MADRID (AFP) - Los países en busca de recursos alimentarios y los grupos financieros seducidos por las perspectivas del mercado mundial de la agricultura compran en masa tierras productivas en países a menudo pobres o emergentes, en un fenómeno que preocupa a las ongs.
"Los gobiernos con inseguridad alimentaria (...) se están adueñando rápidamente de tierras agrícolas por todo el mundo en las cuales producir sus propios alimentos fuera del país", mientras que "las corporaciones de alimentos y los inversionistas privados (...) ven la inversión en tierras agrícolas extranjeras como una importante fuente nueva de ingresos", denuncia un estudio de la organización no gubernamental Grain, con sede en España.
Entre estos países que buscan este tipo de concesiones figuran los países árabes del Golfo, China, Egipto, India, Japón, Corea del Sur. Algunos, que disponen de pocas tierras cultivables, sufrieron en el 2008 la subida de los precios de productos alimentarios.
Los inversores financieros, por su parte, han salido escaldados de la crisis financiera y se sienten atraidos por la rentabilidad del comercio de productos básicos alimentarios.
Estas corporaciones buscan en Filipinas, Camboya, Uganda, Brasil, etc, según Grain, que insiste en la opacidad de estas transacciones. El grupo de ong internacional Land Coalition considera que "la globalización del mercado de tierras, conjugado con las perspectivas de beneficios crecientes fruto de la producción agrícola, lleva a un aumento de la especulación por parte de compañía transnacionales, incluidos bancos de inversión".
El grupo surcoreano Daewoo Logistics está así negociando con el gobierno malgache la compra de 1,3 millones de hectáreas de terreno, el equivalente a más de la mitad de la tierras que se cultivan en Madagascar para producir maíz y aceite de palma.
Riesgos y oportunidades
La compra de terrenos agrícolas en el mundo "es un fenómeno de gran amplitud" que está experimentando "una aceleración repentina", dice a AFP Paul Mathieu, especialista de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Este fenómeno, según él, tiene riesgos pero también presenta oportunidades. "Si se trata de inversiones basadas en la mecanización y la importación de trabajadores extranjeros", esto "no sólo quitará tierras, sino también trabajo a los agricultores" locales, lo que también podría suponer "riesgos mayores reales: empobrecimiento, tensiones sociales extremas, violencias civiles", asegura Paul Mathieu.
En cambio, "más capitales e inversiones en agricultura, bien gestionados, pueden contribuir a un auténtico desarrollo rural". Pero Grain es pesimista: "Los trabajadores, los agricultores y las comunidades locales inevitablemente perderán acceso a la tierra para la producción local de alimentos".
"El riesgo de que no solamente los alimentos sino también las ganancias generadas a partir de esas operaciones agrícolas en el exterior se desvíen a otros países, a otros consumidores que pueden pagarlas, o simplemente a élites foráneas, es bastante real", estima la ong en su estudio "¡Se adueñan de la tierra! El proceso de acaparamiento agrario por seguridad alimentaria y de negocios en el 2008".
La FAO publicó recientemente un documento sobre buenas prácticas agrícolas y Mathieu aboga por aumentar las transparencias de las transacciones entre inversores y Estados o comunidades locales que ceden tierras.
"Puede haber prácticas muy positivas en las negociaciones entre un inversor exterior y la comunidad local, en las que los dos buscan un arreglo +ganador-ganador+", según él. "Pero ello no se consigue siempre ya que la negociación a menudo es muy desigual en términos de poder económico y acceso a la información".