¿Será justamente ese caos que lo distingue una de sus cualidades mayores? El fútbol argentino cerró su temporada con un torneo Apertura que, en rigor, nadie pareció querer ganar. Boca porque, por ausencias y recambios, presentó un equipo inevitablemente tibio, que precisó de las ráfagas de Riquelme y la aparición rotativa de sus pibes y que sólo mostró firmeza cuando terminó arrollando a San Lorenzo en el triangular. San Lorenzo porque regaló primero una ventaja que parecía inalcanzable y regaló luego un sorteo de triangular que terminó condenándolo, dejándolo sin piernas para que Boca completara el 3-1. Y Tigre porque, por mucha simpatía que produzca su condición de grupo humilde y solidario, su fútbol era más que discreto.
Sin embargo, Boca, gracias a los errores de amateur de su juvenil arquero, sufrió hasta el último segundo para clasificarse primero al triangular y luego para celebrar el título. Esa dramática espera hasta el pitazo final, sólo eso, sigue siendo el motivo por el cual no sólo el relator oficial de las trasmisiones de TV, sino también muchos otros, insistan en la muletilla insoportable de que el argentino es el campeonato más competitivo del mundo.
El triangular, su polémico supuesto sorteo, sus tribunas semivacías por miedo a la violencia y el nivel de sus partidos fueron el cierre lógico de un torneo que fue de discreto para abajo, que dejó último al campeón anterior (River) y consagró como mejor jugador, según muchos, a un centrocampista de marca (Battaglia) que en la selección duró sólo minutos, después de correr casi media cancha en Lima apareado con el lateral Juan Vargas, dejándole espacio y sin siquiera molestarlo, para que Perú empatara agónicamente con Argentina en eliminatorias y comenzara a definirse la salida del Coco Basile de la selección, dando inicio a la era de Diego Maradona.
Fue esa, sin dudas, la noticia bomba del fútbol argentino en el 2008 que se termina.
El fútbol de Lanús, los goleadores que no se rinden (Palermo, Fuertes y Sand), la normalización en Racing, el fin de la dictadura de Eduardo López en Newell´s y la vigencia de juego y goles argentinos en Europa (Messi, Agüero, Milito y Mauro Zárate), más la permanencia de algunos (Zanetti capitán de Inter) y la vuelta de otros (Samuel) fueron también buenas noticias para un fútbol cuya única alegría a nivel de selección fue la nueva conquista de los Juegos Olímpicos, un certamen menor, en realidad, en el concierto internacional.
A partir de marzo, con la facilidad que significa recibir a Venezuela en el Monumental, muchos de esos mismos jugadores que brillan en Europa deberán darle nueva vida a una selección que cerró el año en el sexto puesto del ranking mundial de la FIFA
Muchos hinchas de Tigre todavía lloran de emoción recordando que su equipo, por primera vez en un siglo, estuvo a un gol de coronarse campeón. Ni siquiera el Arsenal de Grondona, con todas las ventajas iniciales que recibió en sus primeros años en Primera, había logrado llegar tan lejos a nivel nacional. Su presupuesto ridículo de 600.000 pesos (contra el de 50 millones de Boca) es aún inferior al dinero que gana Cristiano Ronaldo sólo en un día. El fútbol no vive ajeno a la realidad. En general, los poderosos ganan, son protegidos del poder y tienen la prensa de su lado. Pero algo casi siempre va a contramano. Y la fábrica de ilusiones comienza a rodar nuevamente.