"Habrá que ver...". En la entrevista que concedió el martes pasado a "Río Negro", con gran repercusión nacional, a Julio Cobos se le escapó esa respuesta cuando uno de los periodistas le preguntó si es un vicepresidente con plazo fijo, como había dicho instantes previos uno de sus seguidores por radio.
Es que el vicepresidente aislado por Cristina, Néstor K y subordinados, luego de su impactante y quebradizo voto no positivo que hizo caer el esquema de retenciones móviles, no acepta ser políticamente "la planta de una maceta". Y, pese a acuñar distintas frases ("no tengo derecho a renunciar", "la Constitución no prevé la figura del matrimonio presidencial"), trabaja por una nueva concertación (democrática, subraya), opuesta a la que celebró con Néstor Kirchner y que está marchita. De allí las dificultades cada vez mayores que tendrá para aferrarse al cargo a medida que se vaya acercando la renovación legislativa de la primavera del 2009. Él mismo dice que mientras espera -sentado, para no cansarse- el llamado conciliador de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, seguirá elogiando "lo que esté bien" y dando su parecer sobre las cosas que le parezcan mal.
Asegura, y esto es difícil de entender en el rígido esquema institucional argentino, que no hará oposición sino que se convertirá en una alternativa que, por sobre todo, pondrá el acento en las formas, basadas en el consenso y no en el temor que en la actualidad -según expresó- infunde el actual jefe del justicialismo.
Sabe que su postura saca de quicio a Kirchner. Uno de sus asesores contó que recibió un llamado del senador José Pampuro, quien le advirtió: "No lo jodas más a Néstor con tus declaraciones, porque lo vas a matar de un infarto".
El gobierno, que terminó el año con la aprobación de las leyes aún más cuestionadas como la moratoria impositiva y el blanqueo de capitales, sintió el sacudón del entredicho entre Cobos y Kirchner. Empeñado en promover medidas para incentivar el consumo y la exportación -mañana habría anuncios a favor de los productores sojeros-, el Ejecutivo estimó que las fuertes diatribas de Néstor en los actos pejotistas del conurbano terminaron opacando la gestión componedora de Cristina, tanto adentro como en los foros internacionales.
"Kirchner es nuestro mejor jefe de campaña", ironizaron cerca de Cobos. En la Rosada, curiosamente, coincidieron con esa apreciación. Colaboradores del ascendente jefe de Gabinete, Sergio Massa, evaluaron que en lugar de darle tanta prensa al mendocino, "hay que ningunearlo, marcándole el pedacito de la cancha por donde puede desplazarse".
¿Podrán detener la embestida de Kirchner?
El viernes no lo dejaron hablar en un acto en Avellaneda, donde la voz cantante, precisamente, la tuvo Massa. El santacruceño quiere meter a Cobos "en la pelea de chiquero" y demostrar que utiliza fondos públicos del Senado para "impedir" las acciones de gobierno de Cristina para enfrentar la crisis financiera internacional.
En el reportaje que concedió a "Río Negro", la expresión de Cobos se volvió igual de trémula que aquella madrugada del 17 de julio en la que fundamentó su voto no positivo ante millones de televidentes, cuando se le preguntó si podía mirar a la cara a Kirchner: "Claro que sí. Además de mirarlo a él, puedo mirar a la gente también... no he cambiado ni decepcionado ni traicionado nada".
La nueva etapa que augura Cobos desde su trinchera -en otras están Elisa Carrió, Roberto Lavagna y Mauricio Macri- requiere aún de un proceso de maduración. Como diría la zorra, las uvas están verdes. Lo cierto es que uno de los operadores en la sombra del vicepresidente, el ex ministro del Interior alfonsinista, Enrique "Coti" Nosiglia ha elaborado una especie de panradicalismo en distritos determinantes, como son por ejemplo provincia de Buenos Aires, Capital Federal y Mendoza. Hay allí un acuerdo electoral (dejando a un lado la disputa por la candidatura presidencial para el 2011) bendecido por Cobos, Carrió y Gerardo Morales. Lo instrumentan, respectivamente, Horacio "Pechi" Quiroga, Margarita Stolbizer y Ernesto Sanz.
Lavagna hace su juego. Tiene pendiente una reunión con Cobos, quien lo elogia ("hizo una labor titánica con el canje de la deuda"), pero también coquetea con el peronista disidente, Felipe Solá. Sin embargo, la aspiración del diputado es volver a ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, con la venia de Eduardo Duhalde, promotor silencioso de la nominación de Mauricio Macri a la jefatura del Estado nacional.Como destaca Massa, falta mucho para las urnas y está por llegar el tsunami recesivo desde el Norte. Los 200 pesos para los jubilados y la eliminación de la odiosa "tablita" de (José Luis) Machinea, fueron aplaudidos unánimemente. "No sería mejor para los argentinos dejar de lado sus miserias y broncas internas y acordar cómo sortear las secuelas de una crisis de magnitud desconocida".
ARNALDO PAGANETTI
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar