El segundo gol de Boca a San Lorenzo, el sábado en Racing, fue revelador de todo lo que significa Rodrigo Palacio en la ofensiva de Boca y todo lo que Boca perdió con su lesión y la de Martín Palermo y Gabriel Paletta. Además de las ausencias de Juan Román Riquelme en las primeras fechas, por su participación en los Juegos Olímpicos, y de Mauricio Caranta, su arquero titular, por decisión del entrenador
Se habló mucho de la irregularidad del equipo "xeneize" a lo largo del torneo Apertura y de sus dificultades para sostener un nivel de juego a lo largo de las fechas, pero ¿qué equipo hubiera resistido bajas tan sensibles? Boca perdió su delantera titular a mitad de camino y debió probar formaciones sobre la marcha y aún así terminó primero.
Es cierto, Lucas Viatri, Pablo Mouche, Crisitian Chávez y Nico Gaitán no ningunos negados. Ni hablar de la la calidad de Leandro Gracián y Luciano Figueroa. Pero a Riquelme-Palacio-Palermo no hay con que darles. Dan confianza a los propios e intimidan a extraños. Boca tiene recambio y ese recambio sabe qué debe hacer. Y esa es una virtud de Ischia.
A Tigre, en cambio, no le sobra banco. En verdad, casi no hay diferencias entre titulares y suplentes, por condiciones técnicas y por la capacidad de su técnico. Tigre también resistió bajas: se fueron Martín Galmarini y Román Martínez, demasiado para un equipo sin excedentes. Pero ahí apareció Diego Cagna.
Porque la extraordinaria campaña de Tigre reveló las lecciones bien aprendidas de su entrenador. Alumno aplicado de Carlos Bianchi, Cagna supo hacer de su plantel, primero un equipo, y luego un aspirante a campeón. Todos responden a esa voluntad general que es Tigre.
Esta tarde juegan Boca-Tigre. El que gane será el campeón. Y será el mejor.
JUAN MOCCIARO
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