Lunes 22 de Diciembre de 2008 Edicion impresa pag. 29 > Cultura y Espectaculos
Pedro Infante, en la pluma de Carlos Monsiváis

CIUDAD DE MÉXICO (DPA) - El escritor mexicano Carlos Monsiváis, uno de los mayores estudiosos de la cultura popular mexicana, eligió la figura de Pedro Infante para desmenuzar en su nuevo libro el impacto que tuvo la "época de oro" del cine mexicano. Del repertorio actoral que conformó esa etapa, Infante es, "junto con Cantinflas, la presencia más importante", dijo Monsiváis en entrevista en Ciudad de México. Es por eso que en su nueva obra, "Pedro Infante: las leyes del querer" el escritor analiza, a través de la filmografía del actor, la importancia que tuvo esta memorable etapa del cine en la cultura popular.

"El cine de oro mexicano inventó parcialmente una realidad que fue creída por falta de alternativas. Deformó pasmosamente la realidad y contribuyó a que la fantasía fuese vivida como realidad", indicó. En su opinión, figuras como Tin-Tán, Pedro Armendáriz, Mario Moreno "Cantinflas" e Infante ayudaron a forjar la cosmovisión de los mexicanos. "No sólo pertenecen al pueblo de México sino que le dieron actitudes, lenguajes corporales, en especial Pedro Infante y Cantinflas", planteó el escritor.

Monsiváis, un apasionado del séptimo arte, explicó que para esta obra "de indagación filmográfica" eligió a Infante, el llamado "ídolo de México", por "ser el más importante y por su perdurabilidad probada". "Es el que logró volverse, más que simbólico, una representación del mexicano, aquel cuyas canciones se siguen escuchando y el intérprete fundamental de películas en la construcción y la perseverancia del público", dijo el también historiador.

Muy joven, Pedro Infante (Mazatlán, 1917) se convirtió en el actor y cantante más querido de México. Entre 1947 y 1952 filmó la trilogía "Nosotros los pobres", "Ustedes los ricos" y "Pepe el Toro", donde encarnó las virtudes y defectos del mexicano. Su propia vida parecía la trama de uno de sus filmes, llena de amores y escándalos, saltando de la pobreza a la fama. Pero en abril de 1957 la tragedia cimbró al país: Pedro Infante murió al estrellarse el avión en que viajaba rumbo a la capital mexicana.

Para Monsiváis, cuyo libro ofrece una crónica detallada de la muerte del actor, su desaparición "aclaró las dimensiones de una presencia Pedro Infanteílmica y las multiplicó, sin inventarlas".

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