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LA SEMANA EN SAN MARTÍN DE LOS ANDES: "Houston" | ||
Eran las 21.08 del 13 de abril de 1970, cuando el astronauta John Swigert dijo, en su inglés natal: "Houston, tenemos un problema aquí". Segundos antes, algo había volado en pedazos en el Apolo 13, comandado por James Lovell, durante una maniobra de rutina camino a la Luna. La historia está reflejada en cientos de crónicas, pero obtuvo notoriedad referencial primero por la novela del propio Lovell y Jeffrey Kluger ("Lost Moon"), y luego por la adaptación para el cine en una película dirigida por Ron Howard. Más allá de la odisea en sí, siempre me sedujo de aquel relato ese momento en que los expertos son convocados a resolver problemas que parecían insolubles, bajo la presión de las vidas en juego y la escasez de tiempo. Esa situación atraviesa la historia de la humanidad. Es común a todo aquello que se da en llamar "espíritu humano". Uno no tiene en claro qué es, pero sabe reconocerlo. Hace unas semanas, cuando las tomas de tierras de los sin techo se multiplicaban en San Martín de los Andes, el desayuno cotidiano en un céntrico café me puso junto a una mesa de arquitectos. El asunto de las tomas era el tema. Les pregunté cuánto valía aquí el metro cuadrado de construcción, y me dieron una cifra de susto. Les sugerí que pensaran como expertos puestos a hacer lo máximo con lo mínimo, con una sola consigna inviolable: la casa resultante para una familia tipo debía ser digna, austera de toda austeridad, pero digna. Tras unos minutos, entre reflexiones y medialunas, la cifra había bajado a la mitad. Ya en la agencia de este diario, desplegué la entrada "viviendas económicas" en el buscador de Internet. En 0,23 segundos aparecieron 504.000 menciones. Hay avisos, proyectos, experiencias, propuestas. Encontré que existen el Centro Experimental de Viviendas Económicas, que es una dependencia del Conicet, y una Asociación de Viviendas Económicas, sin fines de lucro. ¿Por qué este itinerario? Pues porque con conseguir la tierra no alcanza. El municipio ha salido a comprar tierras para futuros loteos sociales, y lo bien que hace. Pero el problema más dramático es que la necesidad corre mucho más rápido que la mejor gestión. No todos pueden esperar a entrar en un cupo de viviendas financiadas por el gobierno federal. Puede demorar años. Pero muchos pueden pagar una módica suma que ayude a costear la casa propia. Luego, si se organizara la entrega de materiales de confección local para reducir costos (ya se ha hecho aquí con la madera, por ejemplo, donada por Parques); si los expertos diseñaran una "casa local" de rápida y barata construcción; si las autoridades dirigieran las obras y la gente hiciera el trabajo (se ha hecho en cientos de planes en todo el país), se reducirían drásticamente los tiempos y, con ello, la conflictividad social. Alguien podrá decir que eso ya se ha hecho en más de una ocasión y con dispar suerte. Pero lo que se necesita es una política sostenida en el tiempo, de gobierno en gobierno. Lo contrario es actuar con el agua en la barbilla, porque bastaría el "arrastre" de una administración queda, para complicar a la próxima. Y sobre todo, se necesita reunir voluntades e inteligencia puestas en un mismo fin. Por si alguien no lo recuerda, el Apolo 13 volvió a casa.
FERNANDO BRAVO (Esta columna se despide hasta marzo próximo) | ||
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