LA HABANA (AP).- En el palacio de un dictador derrocado, escolares con pañuelos rojos que los identifican como pioneros del Partido Comunista oyen a un guía que habla de las bondades de la revolución.
Al recorrer el lugar, observan azorados una pistola vieja, la camisa ensangrentada de un combatiente, el motor de un avión espía estadounidense que fue derribado.
Luego llegan al barco Granma en el que desembarcaron Fidel Castro y sus guerrilleros, y a las botas de combate que usó su hermano Raúl, quien lo sucedió en la presidencia, cuando tenía 27 años.
El palacio de Fulgencio Batista, el dictador derrocado por Castro, es hoy el Museo de la Revolución, y estos niños de seis y siete años son los herederos de un gobierno comunista que cumple 50 años, un sistema que puede estar moderando algunos de sus contornos pero parece decidido a eliminar cualquier amenaza a su continuidad y evitar ser borrado del mapa, como le ocurrió a su viejo protector, la Unión Soviética.
Desde que declaró la victoria el día de Año Nuevo en 1959, luego de que Batista huyó del país, Castro sobrevivió a 10 presidentes estadounidenses, la invasión de Bahía de Cochinos, una crisis que tuvo al mundo al borde de una guerra nuclear, el embargo estadounidense, el derrumbe de la Unión Soviética y los embates de la globalización.
A los 82 años y con problemas de salud que lo mantienen alejado del público, sigue siendo el jefe del Partido Comunista. Su hermano Raúl, quien lo sucedió como mandatario, está adoptando algunas tímidas reformas, pero asegura que no hará nada que contradiga el legado de Fidel.
Pero entre los extremos del dogma comunista impuesto por la fuerza y los sectores intransigentes de la diáspora cubana que siguen soñando con derrocar a Castro, surgen nuevos rostros en Cuba: raperos, gays, blogueros disidentes, platos satelitales piratas, adolescentes con tatuajes, aros en el ombligo y Las Damas de Blanco.
Todos los domingos, estas mujeres desfilan desafiantes por la Quinta Avenida de La Habana, vestidas de blanco y portando gladiolos, para exigir en silencio la liberación de sus esposos, todos presos políticos.
Los disidentes tienen una nueva forma de comunicarse con el resto del mundo: los blogs. Yoani Sánchez, de 33 años, logra enviar sus despachos vistiéndose como turista y usando las computadoras de los hoteles, reservadas para los visitantes extranjeros.
Transmite rápidamente y se va antes de que alguien se dé cuenta de quién es. En una de sus entregas de diciembre, Sánchez hizo notar que el gobierno, que anteriormente mandaba a los gays a campos de trabajos forzados, ahora acepta la homosexualidad. Y se pregunta por qué no acepta tener oposición política: "¿Por qué se sigue usando el adjetivo ´contrarrevolucionario´ para los que piensan diferente?´´.
Muy pocos de los 11,2 millones de habitantes de Cuba tienen acceso a la internet, y tampoco tienen mucho tiempo ni interés en conectarse ya que su principal preocupación es cómo salir adelante con una economía esclerótica, en la que resulta difícil conseguir artículos básicos como el papel higiénico y la mayoría de la gente come carne unas pocas veces al mes.
Bajo semejantes condiciones, cualquier atisbo de pensamiento nuevo puede resultar electrizante, como se hizo evidente cuando Fidel renunció y entregó la presidencia a Raúl, quien hoy tiene 77 años e impuso un estilo de gobierno mucho más sobrio y pragmático que el de su hermano.
Raúl levantó la veda a la venta de teléfonos celulares y autorizó a que los cubanos se alojasen en hoteles reservados para turistas extranjeros. También autorizó la venta de equipos de DVD, computadoras y aparatos electrónicos para el hogar. Legalizó ciertas formas de propiedad de viviendas y mejoró los ingresos de los agricultores.