WASHINGTON (AP).- El presidente George W. Bush dio a las tres grandes firmas automotrices de Detroit 17.400 millones de dólares el créditos de emergencia, aunque la suerte del sector está en manos del presidente electo Barack Obama.
Ayer, el gobierno federal de Canadá y el de la provincia de Ontario anunciaron que proporcionarán un paquete de salvamento de 3.390 millones de dolares para las subsidiarias canadienses de las tres firmas.
El primer ministro canadiense, Stephen Harper, dijo que el paquete canadiense para rescatar a los fabricantes de automóviles representa el 20% de los créditos de emergencia prometidos el viernes por Bush a General Motors y Chrysler.
Dejar que las tres firmas se declararan en bancarrota no es una alternativa en medio de la recesión, la contracción del mercado de la vivienda y la crisis crediticia, dijo Bush al anunciar los créditos a corto plazo y exigir concesiones a las empresas y sus empleados.
"Al dar a las empresas automotrices la posibilidad de reestructurarse, protegeremos al público estadounidense de un duro golpe económico en un momento vulnerable", dijo el presidente.
"Y daremos a los obreros estadounidenses la oportunidad de demostrar al mundo una vez más que pueden encarar los desafíos con ingenio y determinación, y salir de ello más fuertes que antes".
Detroit aplaudió la medida y prometió reconstruir la otrora potente industria, aunque las firmas reconocieron que será muy duro recuperarse tras haber llegado al borde de la bancarrota.
Si las empresas no logran demostrar su viabilidad -ingresos permanentes y la posibilidad de devolver los créditos- en un plan que tendrá que ser presentado para el 31 de marzo, tendrán que resarcir los créditos al gobierno. Es un requisito que prácticamente será imposible de satisfacer.
Bush dijo que los créditos darán a las tres empresas tres meses para elaborar un plan de reestructuración que les permita continuar sus actividades por cuenta propia, algo "que creemos podrán hacer".
Agregó que si la reestructuración no puede ser lograda sin recurrir a la bancarrota, los créditos darán un compás de espera para que las empresas adopten los preparativos legales y financieros necesarios para acogerse de forma "ordenada" al Capítulo 11 de la Ley de Bancarrotas, al amparo de los acreedores.
"Esta reestructuración requerirá concesiones significativas de todas las partes implicadas en la industria automotriz: gerencia, sindicatos, acreedores, tenedores de bonos, distribuidores y abastecedores", indicó. "Si una de las empresas no presenta un plan viable para el 31 de marzo, tendrá que devolver los créditos federales. En conjunto, estas condiciones son un aviso contundente a todas las partes de la industria automotriz estadounidense: ha llegado el momento de adoptar decisiones duras y difíciles para lograr la viabilidad, o la única alternativa será la bancarrota".
Los sindicatos se quejaron de que las condiciones son excesivamente duras, mientras que los legisladores republicanos consideraron un mal negocio rescatar a la industria utilizando dinero del plan de rescate de 700.000 millones de dólares destinado a la industria financiera.
Obama elogió la actuación del gobierno pero advirtió que "las empresas automotrices no deben derrochar esta oportunidad de reformar sus malas prácticas gerenciales e iniciar su reestructuración a largo plazo que es absolutamente necesaria para salvar esta industria crucial y los millones de empleos estadounidenses que dependen de ella".
El equipo de Obama estima que las actuales inyecciones de dinero no son suficientes por sí solas para garantizar la supervivencias de las automotrices en las condiciones en que venían produciendo: necesitan hacerse más pequeñas, flexibles y verdes, insisten. "Tendrán que hacer vehículos que atraigan al consumidor cuando todo se estabilice", sostienen.