La decisión de la Unión Europea y Estados Unidos de suspender la ayuda exterior a Nicaragua por el aparente fraude gubernamental en las recientes elecciones municipales es una buena noticia, pero plantea una pregunta espinosa: si los países ricos no se están ensañando con la diminuta Nicaragua mientras se hacen los distraídos cuando Venezuela y otros países más grandes cometen atropellos contra las libertades democráticas.
El embajador estadounidense en Nicaragua, Robert Callaghan, anunció esta semana que Washington suspenderá unos u$s 175 millones de ayuda externa a Nicaragua bajo la Corporación Cuenta del Milenio (CCM) si el presidente Daniel Ortega no resuelve la disputa con los partidos de oposición respecto de los resultados de las elecciones municipales del 9 de noviembre. El gobierno izquierdista de Ortega alega haber ganado en la capital, Managua, y en casi todas las otras ciudades, pero la oposición, la Iglesia Católica y organizaciones internacionales -incluyendo el Centro Carter- tienen serias dudas sobre los resultados oficiales.
Anteriormente, la Unión Europea había suspendido alrededor de u$s 31,7 millones en ayuda a Nicaragua, tras las denuncias de fraude en las elecciones municipales. Para Nicaragua, uno de los países más pobres del continente, la ayuda externa equivale a la mitad de los ingresos por exportaciones y es crucial para financiar los planes contra la pobreza.
Los políticos venezolanos de oposición mueven la cabeza con desconcierto cuando leen sobre las medidas económicas de la Unión Europea y Estados Unidos contra Nicaragua.
¿Por qué los países ricos no hicieron nada cuando el presidente venezolano Hugo Chávez prohibió a casi 300 políticos de la oposición -incluyendo a algunos de los más populares- presentarse en las elecciones regionales del 23 de noviembre en Venezuela?, se preguntan. ¿O cuando el gobierno de Chávez cerró la cadena de televisión independiente RCTV?
"Hay una alta dosis de hipocresía en la manera en que Estados Unidos y Europa hacen estas cosas, que perjudica su imagen", dijo Oswaldo Álvarez Páez, un ex candidato presidencial venezolano, en una entrevista telefónica desde Caracas. "Si Europa y Estados Unidos actúan en base a principios, deberían aplicarlos en todas las circunstancias similares".
Los países ricos deberían usar sus compras de petróleo venezolano como herramienta para presionar a Chávez para que respete las libertades fundamentales, de la misma manera en que Chávez utiliza sus exportaciones de crudo como arma política en Latinoamérica, agregó. Si la oposición venezolana gana algunas elecciones es porque a veces puede superar la enorme maquinaria de fraude del gobierno, concluyó.
En Bolivia, los políticos de la oposición denuncian que el gobierno del presidente Evo Morales cometió fraude en el referéndum nacional del 10 de agosto y que Morales habitualmente pasa por alto las leyes en su intento de permanecer indefinidamente en el poder.
El gobierno de Bush recientemente suspendió algunas preferencias comerciales a Bolivia tras la expulsión de su embajador allí, pero Washington mantiene otros programas de ayuda en el país.
"En Bolivia hay fraude electoral", dice Manfred Reyes Villa, ex prefecto de Cochabamba y posible candidato presidencial el año próximo. "¿Por qué Washington toma medidas contra Nicaragua y no contra Bolivia?"
Manuel Orozco, un experto centroamericano del instituto de investigación centrista Inter-American Dialogue, con sede en Washington, afirma que Nicaragua ha sido el país latinoamericano en el que más se deterioró la democracia en el 2008, seguido por Bolivia. "En Venezuela por lo menos los resultados de las elecciones fueron más creíbles", señaló.
Funcionarios del gobierno norteamericano dicen que el caso de Nicaragua es diferente del de Bolivia o Venezuela.
"De los países que usted menciona, Nicaragua es el único que firmó un contrato con la Corporación Cuenta del Milenio, por el cual el país se compromete a actuar en 17 áreas concretas, incluyendo el respeto a las libertades políticas", me dijo Heide Bronke Fulton, una vocera del Departamento de Estado.
Mi opinión: en un momento en el que la mayoría de los presidentes latinoamericanos le está dando la espalda a la defensa colectiva de la democracia -apenas esta semana le dieron una bienvenida de rey en la cumbre celebrada en Brasil al gobernante militar de Cuba, Raúl Castro, que no ha permitido una elección libre en cinco décadas-, resulta difícil no apoyar medidas para presionar a Nicaragua para que realice un recuento de votos transparente.
Pero me pregunto si Washington y Europa no están exigiendo elecciones limpias en países chicos, mientras que aceptan "fraudes tolerables" en Estados más grandes.
Espero que el gobierno de Barack Obama logre inspirar a la región para que vuelva a abrazar la defensa colectiva de la democracia, bajo los términos de la Carta Interamericana del 2001, sin excepciones, y en el marco de organizaciones internacionales. Si EE. UU. y Europa son vistos como potencias que sólo exigen la democracia a los países más chiquitos, nadie los tomará muy en serio.
ANDRÉS OPPENHEIMER
Especial para "Río Negro"