WASHINGTON (AFP) - Los constructores estadounidenses de automotores recibirán rápidemente 13.400 millones de dólares de un total de 17.000 millones del fondo Paulson de ayuda al sistema financiero, a cambio de estrictas condiciones, especialmente para los sindicatos, para asegurar su regreso a la rentabilidad. Con una crisis económica en desarrollo y la recesión que flagela a Estados Unidos, "dejar que la industria automotriz estadounidense se hunda, no sería responsable", dijo el presidente George W. Bush anunciando ayer las medidas.
Los beneficiarios de este plan son General Motors y Chrysler, que recibirán respectivamente 9.400 millones y 4.000 millones de dólares en diciembre y enero. Ford, que se encuentra en una situación financiera menos desesperada, pide solamente una línea de crédito preventiva.
Una segunda remesa de 4.000 millones de dólares será puesta a disposición de General Motors en febrero, pero dependerá de que el Congreso libere una segunda partida del fondo del plan presentado por el secretario del Tesoro Henry Paulson, precisó la Casa Blanca.
Bush finalmente resolvió utilizar fondos aprobados para salvar de la quiebra a los bancos en beneficio de las automotoras, una idea que rechazó por mucho tiempo. Durante las deliberaciones, Bush consultó al equipo del presidente electo, Barack Obama, aseguró ayer un funcionario de la Casa Blanca. "Hubo consultas entre el equipo del presidente electo y el gobierno", dijo el colaborador de Bush, Joel Kaplan, sin dar detalles de las conversaciones.
Obama se congratuló por el paquete de ayuda para los constructores de automotores pero les pidió no "desperdiciar esta oportunidad de reformar malas prácticas gerenciales e iniciar una reestructuración a largo plazo".
La ayuda que se extiende a las automotores viene acompañada de condiciones extremadamente estrictas y el mandatario advirtió que estas empresas deben tomar decisiones difíciles, necesarias para reformarse. "Las compañías deben utilizar esos fondos para volver a ser viables en términos financieros", según el Ejecutivo.
Si las firmas no son capaces de restaurar su viabilidad a largo plazo de acá al 31 de marzo de 2009, deberán reembolsar al Tesoro todas las sumas que les fueron entregadas.
Tras la intervención del mandatario, Chrysler anunció que había aceptado las severas condiciones impuestas por el Estado Federal para el otorgamiento la ayuda y que había firmado una carta en la que se compromete a complirlas. General Motors se congratuló por la aprobación del plan de asistencia financiera y se declaró "altamente confiado" en que cumplirá las condiciones impuestas para beneficiarse de la ayuda financiera federal. Por su parte, Ford consideró "prudente" la ayuda otorgada a sus rivales, destacando el riesgo de efecto dominó que podría provocar la quiebras de uno de ellos y reiteró que no necesita asistencia.
La agencia de calificación financiera Fitch Ratings redujo a "C" la nota de General Motors y Chrysler, estimando que las condiciones impuestas por el Estado federal para su ayuda podrían ser muy dolorosas para los acreedores de ambas empresas.
En tanto, el sindicato automotriz anunció que intentará revertir las "injustas condiciones" impuestas por el plan de rescate en el próximo gobierno. Las condiciones comprenden la atribución de garante permanente al Estado para obtener acciones preferenciales, limitación de primas a dirigentes y la eliminación de privilegios, como jets privados y dar poder al gobierno para bloquear transacciones superiores a los 100 millones de dólares.