Viernes 19 de Diciembre de 2008 Edicion impresa pag. 15 > Regionales
Tormenta y satisfacción en la calle del Tribunal
Los más grandes apaciguaron a jóvenes que agredieron a los gendarmes y rompieron los vidrios del frente del edificio. Noemí Labrune tuvo su particular festejo.

NEUQUÉN (AN).- Frente al edificio del Tribunal Federal de Neuquén hay una hilera de sufridos olmos. Uno de ellos, se recuesta hacia la Escuela Superior de Música donde, en una suerte de patio interno, hay una sombra perpetua que ha secado los brazos más largos del viejo olmo.

Sobre ese árbol añoso, se apoyó la dirigente de la Asamblea por los Derechos Humanos Noemí Labrune cuando, al fin, los jóvenes militantes de distintas organizaciones habían dejado de lado la furia contra todos aquellos que tenían uniformes encima, verdes, azules o grises. Eran las cinco de la tarde, cuando llegaron hasta el lugar históricos militantes de derechos humanos, entre sorprendidos y satisfechos. Sorprendidos porque se enteraron tarde de que iba a ser leída la sentencia y satisfechos por el veredicto de los jueces.

Casi etérea en la tormenta, caminó con una gran sombrilla entre una lluvia de piedras, ladrillos y cerámicos de veredas pidiendo calma a los jóvenes que, descontrolados, arremetían contras las vallas tras las cuales se protegían los gendarmes, con los escudos por encima de los cascos verdes. Detrás cayeron por el piso los vidrios del frente del Tribunal y los de la oficia de las ADUS.

Los incidentes se mantuvieron por alrededor de 15 minutos y fueron los más grandes quienes lograron calmar a muchachos y muchachas que hicieron todos los esfuerzos para golpear a los gendarmes.

Los padres de Oscar Ragni mostraron conformidad con lo que consideraron "un primer paso" de la Justicia, las víctimas se abrazaron emocionados al término de la lectura de la sentencia y hubo un largo momento de silencios, encuentros y aprobación por el paso alcanzado.

Cuando todo se había calmado, Noemí Labrune se sentó en el cordón, cual adolescente despreocupada, y apoyó los pies en los charcos permanentes que alimentan los lavacoches de la calle Carlos H. Rodríguez y orientó su sombrilla hacia el sol que lanzaba puñaladas desde el oeste.

La abrazaron, besaron y escucharon. Sonrió y agradeció Noemí Fiorito de Labrune. No tiene hijos ni familiares desparecidos pero ha sido precursoras de los juicios contra los represores.

También ha expresado su temor a la muerte. Pero no por lo que la parca puede significar sino porque "muchos de los genocidas murieron sin que se los condenara por lo que hicieron" y -además- ella temía no poder llegar a ver el momento en que se hiciera justicia. "Navidad con justicia, sentencia sin demora. Ahora", se leía en la sombrilla cuando Noemí resposaba satisfecha contra el viejo olmo.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí