Con la mirada distante, fija en la ventana del fondo de la sala de audiencia. Absorto en sus pensamientos y en silencio, Miguel Irigoyen escuchó la acusación del fiscal. Sin la larga barba blanca que lo acompañó todo el debate, con el cabello prolijo y peinado con una marcada raya al costado y un pequeño bigote blanco, el ex interventor de Lotería permaneció callado gran parte de la audiencia.

No empezó bien el día para él y su defensa. La presidenta del Tribunal, Susana Milicich, leyó la lista de pruebas que se incorporará al expediente. En un momento aclaró que el libro "Será Justicia" que escribió el propio Irigoyen para defender su posición no iba a ser incorporado, como él mismo había pedido cuando le tocó declarar. En algún momento hizo algunos gestos, habló con su abogado y luego perdió la mirada en la ventana y así esperó hasta que Peralta recomendó las penas. Y no pudo disimular su fastidio. Los defensores, que durante el juicio se quejaron por las fotos o los gestos de los presentes, ayer mientras el fiscal hacía su alegato no pararon de hacer muecas.