Viernes 19 de Diciembre de 2008 20 > Carta de Lectores
La gran estafa

Una consecuencia imprevista de la contracción financiera que está afectando al mundo entero ha sido el descubrimiento de lo que habrá sido la estafa más espectacular, por su magnitud, de la historia, la protagonizada por el hasta hace apenas una semana muy respetado corredor de bolsa neoyorquino Bernard Madoff. Según parece, el financista, un hombre que había disfrutado de una reputación excelente entre sus pares que lo consideraban un operador a un tiempo sumamente astuto e incorruptible, se las arregló para embolsar nada menos que 50.000 millones de dólares mediante un esquema piramidal conforme al cual se mantenía satisfechos a los clientes utilizando el dinero aportado por otros más recientes, atribuyendo su capacidad para hacerlo a inversiones exitosas que, por desgracia, no existían. Se trata de un sistema que puede funcionar durante años con tal que el estafador reciba de clientes nuevos lo suficiente como para mantener la ilusión de que todo está en orden. En efecto, el negocio ideado por Madoff se puso en marcha hace casi dos décadas y si bien algunos analistas sospecharon que algo raro estaba ocurriendo, los demás confiaron en que una persona tan prestigiosa nunca pensaría en defraudarlos. De no haber sido por la crisis financiera que ha obligado a los gobiernos de los países más ricos a procurar salvar a los bancos respaldándolos con cantidades astronómicas de dinero público, Madoff podría haber continuado aprovechando la credulidad ajena durante muchos años más, aunque es de suponer que tarde o temprano habría llegado el día en que quedara evidente que su empresa no era más que una especie de fantasía colectiva.

Este nuevo escándalo no pudo haber estallado en un peor momento. De acuerdo común, es prioritario restaurar la confianza en el sistema financiero internacional porque, de lo contrario, la falta de crédito agravará la recesión que ya ha comenzado, transformándola en una profunda depresión planetaria cuyas repercusiones geopolíticas serían catastróficas, puesto que entre los países más afectados estarían los del siempre agitado mundo musulmán. Merced a Madoff, los banqueros y otros financistas serán aún más reacios a prestar dinero de lo que ya eran antes, motivo por el que las acciones financieras en las bolsas más importantes cayeron abruptamente al difundirse más información acerca de las identidad de los más perjudicados por la estafa. Además de algunas personalidades conocidas, las víctimas de Madoff incluyen a una serie de bancos de primera línea encabezada por Santander: parecería que sus pérdidas podrían superar los 3.100 millones de dólares estadounidenses. Irónicamente, hasta hace muy poco Santander, como otros bancos españoles, había sido objeto de los elogios de los muchos que se afirmaban impresionados por su prudencia por creer que no había caído en la tentación de aceptar activos ofrecidos por fondos dudosos.

Pues bien: de todas las distintas actividades, las que más dependen de la confianza mutua son las relacionadas con las finanzas porque quienes participan no comercian productos tangibles sino en valores virtuales. De por sí, un billete de cien pesos, digamos, vale muy poco, lo que lo hace valioso es la seguridad de que se lo puede cambiar por una cantidad determinada de bienes concretos. Del mismo modo, los tratos financieros resultan inconcebibles a menos que todos los involucrados puedan dar por descontado que es fehaciente la información que reciben, o sea, que sus socios son honestos. Últimamente, la convicción de que por lo general es así se ha debilitado hasta tal punto que los banqueros ni siquiera se animan a prestar dinero a sus congéneres por miedo a que no lo devuelvan, aunque sólo fuera porque ellos también hayan cometido el error de comprar activos "tóxicos". Desde la irrupción del escándalo causado por Madoff, los preocupados por lo que está sucediendo en el mundo financiero tendrán que preguntarse si, además de los derivados de las hipotecas subprime norteamericanos, los bancos poseen activos falsos fraguados por estafadores. Puede que Madoff resulte ser el único personaje que ha conseguido engañar a algunas de las instituciones financieras más importantes del mundo, además de muchísimos individuos que le habían permitido "invertir" todos sus ahorros, pero no hay ninguna garantía de que en los meses próximos no se descubran otros similares.

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