NEUQUÉN (AN).- Animaciones, cortometrajes, largometrajes, videoclips. Más que nunca la diferencia no sólo es de técnica, recursos o tiempo de realización, sino también de costos. Mientras la cinematografía nacional se afianza en el mundo, las producciones audiovisuales de dibujos animados crecen alrededor de la idea de proyecto de autor independiente donde confluyen las 3B: bueno, bonito y barato.
Algo así como un formato "económico" que puede dar pie al surgimiento de nuevos talentos, hacer uso de los avances tecnológicos y desarrollar intereses artísticos y sociales en común.
"La animación la puede hacer cualquier persona con una Pentium III, creatividad y tiempo, mientras que hacer una toma en imagen real tiene muchas dificultades y otras necesidades", dijo al respecto el realizador audiovisual, artista plástico y uno de los mentores del festival Gustock de Cipolletti, Raúl Szkrava.
A lo que el cineasta Mario Tondato agregó: "Puede ser también un signo de la época, porque la gente está cada vez más atomizada, cada vez más sola, con más dificultades". Lo cierto es que el mundo de los dibujos animados es un polo de atracción para mucha gente.
La movida se corrió de los escenarios tradicionales (como Buenos Aires o Córdoba) y de un tiempo a esta parte se instaló en la región de la mano de varios festivales. O a través de algunos espacios de aprendizaje. Uno de ellos es el taller que dictó este año Szkrava en la Universidad Nacional del Comahue, que funcionó como receptáculo de nuevas experiencias audiovisuales.
El resultado del taller son nueve cortos de animación 2D que se verán hoy, junto a otras realizaciones de la Universidad Nacional de Córdoba, en el Auditorio de la Facultad de Turismo, a las 20.30 con entrada libre y gratuita. El encuentro está organizado por el Foro Cine del Sur.
Allí mismo dará una charla abierta Santiago "Bou" Grasso, animador e ilustrador radicado en Bariloche y autor del premiadísimo corto "El Empleo" (2008) que se alzó con el premio al Mejor Corto Argentino en el Festival de Cine de Mar del Plata (ver aparte).
"En el taller -dijo Szkrava- busqué relacionar el cine con la plástica. Lo esencial fue construir la historieta, el storyboard, dibujarlo a mano y luego utilizar el software para generar los cuadros animados". Con esa idea impulsó a un grupo heterogéneo de personas -la mayoría de las artes plásticas- a contar algo a través de las imágenes en movimiento.
Ahora, luego de seis meses de trabajo, el resultado son nueve historias, "algunas muy simpáticas, otras más dramáticas y otras hasta medio absurdas o surrealistas" que se verán hoy en un espacio que aparece como una ventana abierta a las nuevas realizaciones. Donde quedará demostrado que en la Patagonia, lejos de los centros de producción consolidados, pueden germinar nuevos talentos en el fantástico mundo de la animación.