A veces, toda la vida profesional de Ben Bernanke, su formación, su carrera y su descollante posición parecen tener un solo objetivo: tomar las riendas para dominar la crisis en los momentos de mayor necesidad.
Como economista, el presidente de la Reserva Federal estadounidense se dedicó al estudio e investigación de crisis mundiales y situaciones de depresión como casi ningún otro. Ahora, como principal autoridad monetaria de la mayor economía mundial y de cara a la recesión cada vez más amenazante, le llegó la hora de actuar.
No obstante, para algunos las intervenciones político-financieras de Bernanke se asemejan más a las de un jugador: "Si Bernanke no fuera economista, pensaríamos que es aquel jugador de póquer que con lentes negros, sentado en la mesa de juego, tiende a apostar todo a una jugada", comentó mordaz el "Wall Street Journal".
Con la histórica decisión de reducir la tasa de referencia la Fed mostró su determinación para "enfrentar los peligros de la depresión en forma agresiva", escribió el "New York Times". Sin embargo, la reducción de la tasa de interés al cero por ciento es de "naturaleza simbólica".
En los hechos, el interés ya se ubicaba en cero, para que el dinero disponible llegue efectivamente a los consumidores y propietarios de viviendas. Debido a que los bancos, temerosos por demás en estos tiempos de crisis, todavía evitan otorgar créditos, la Fed busca con la ampliación de la masa monetaria, entre otros fines, tomar medidas directas para volver a estimular la economía.
"La Fed se merece un ´diez´ por sus esfuerzos, pero malas notas por sus resultados", comentó el profesor Alan Blinder de Princeton, un ex vicepresidente de la Reserva Federal. También el "Wall Street Journal" considera que la política monetaria tiene un límite: "Sus resultados en este decenio son escasos".
Al fin y al cabo fue precisamente la política del dinero barato la que contribuyó a la burbuja del crédito inmobiliario, cuyo estallido desató la actual recesión. "Ahora la Fed inicia una nueva aventura y quiere hacerle creer al mundo que esta vez va a funcionar". La caída del dólar demuestra que el mundo ya no les cree a los economistas de Washington.
Lo que no se le puede recriminar a la Fed es que no toma iniciativas. Durante dos días deliberó el Comité Federal de Mercado Abierto para resolver sobre otra baja en la tasa de referencia y el anuncio de nuevas medidas monetarias.
Lo que más atemoriza a Bernanke es la creciente posibilidad de una próxima deflación, es decir la caída de los precios, junto con una retracción de la actividad económica y un creciente desempleo. El riesgo clásico al que se expone la actual política monetaria, una creciente inflación, no parece amedrentar a la Fed.
Después de todo, actualmente los precios están cayendo en forma abrupta. El comercio estadounidense se queja de una tibia venta navideña a pesar de un verdadero bombardeo publicitario promoviendo toda clase de ofertas, descuentos y otras oportunidades especiales.
LASZLO TRANKOVITS
DPA