Casi 20 años después de la caída del comunismo, Rumania, miembro de la Unión Europea, vive las intrigas políticas más bizarras desde el cambio de régimen. Todo el país intenta adivinar ahora por qué el experto en finanzas y honorable Theodor Stolojan, designado primer ministro de una gran coalición de la izquierda y la derecha, tiró la toalla repentinamente y sin justificación.
Sin movimientos visibles en sus gestos que pudieran arrojar alguna pista, el político de 65 años sólo dijo de forma enigmática que pretendía dejar sitio a las jóvenes generaciones. Stolojan, miembro de los liberales de derecha PD-L, llevaba preparándose para ocupar el cargo de jefe de gobierno al menos medio año.
El hecho de que el presidente de Estado, Tarian Basescu, nombrara al presidente del PD-L, Emil Boc, como nuevo candidato para ocupar el cargo se encaja más fácilmente en términos políticos.
Boc, de 42 años, se considera un político que sacrificó su independencia para convertirse en un seguidor de Basescu.
En los últimos cuatro años ha seguido al testarudo presidente rumano incluso en sus con frecuencia bruscos cambios de opinión. Muchos observadores creen ahora que Basescu, que como presidente no tiene competencias de gobierno, quiere dirigir el gabinete indirectamente a través de Boc, algo que no mejoraría el ambiente en la difícil coalición con los socialistas del PSD.
Ante la llegada de las consecuencias de la crisis global a Rumania, muchos ven con preocupación que asuma las riendas del país un hombre que como historiador y jurista podría carecer de las competencias que demostró Stolojan, un experto en finanzas con experiencia en el Banco Mundial (BM).
Los éxitos de Boc se limitan ahora a su ciudad universitaria de Cluj, donde como alcalde es muy popular porque abrió la ciudad a los inversores extranjeros. Su predecesor en el cargo, el ultranacionalista Gheorghe Funar, los había más bien espantado.
De momento, el enigma Stolojan continúa. En el 2004 se echó atrás en una acción similar, cuando abandonó poco antes de los comicios su candidatura a la presidencia y dejó libre el camino a la de Basescu. En Rumania se recuerdan aún las escenas de entonces, en las que Basescu agradecía entre lágrimas y sollozos a Stolojan su colaboración. Stolojan alegó en aquella ocasión problemas de salud, pero casi nadie lo creyó.
Entonces y también hoy se especula con la posibilidad de que Stolojan haya sido extorsionado. Como probable trasfondo se habla de su pasado como director de relaciones exteriores y divisas en el Ministerio de Finanzas antes de la caída del comunismo, así como de sus conexiones con figuras de la empresa privada rumana de la época poscomunista.
KATHRIN LAUER