Domingo 14 de Diciembre de 2008 Edicion impresa pag. 37 > Sociedad
Se olvidaron de echarlo de YPF y ahora lo desalojan
Estaba a cargo del camping de la petrolera en Arroyito y de un día para otro la Policía lo sacó a la fuerza junto con su familia.

NEUQUÉN (AN).- Hollywood gastó el argumento y Vietnam ha sido el escenario preferido para contar las historias de soldados imposibles que siguen en batalla aún cuando la guerra ha terminado.

En 1972, Norberto Sotelo -cumpliendo con la tradición familiar de trabajar para la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF)- fue designado como encargado de un camping a orillas del río Limay, más precisamente en Arroyito. Eran buenos los sueldos en aquellos primeros años, recuerda.

Y allí estuvo, en el camping con glorias y ocasos de la emblemática empresa de origen nacional. Pasaron 36 años, algunos de amor y otros de guerra.

Hace un par de semanas, la Policía entró con furia y sacó por la fuerza a Sotelo y a toda su familia. Sucedió bien temprano, como para que no haya respaldo para el pionero. Sí, sí, Norberto Sotelo es el primer habitante de Arroyito y el hombre que plantó unos 4.000 árboles en ese rincón ubicado junto a uno de los ríos más lindos del mundo. Sotelo siguió su propia batalla y aún hoy se reivindica como empleado de la petrolera.

Lo habían intimado, se lo habían advertido, pero el hombre siempre aguantó, con uñas y dientes pues, a su entender, si YPF lo mandó y lo contrató, debía ser YPF quien lo saque.

La empresa del Estado argentino dejó de ser tal para transformarse en una sociedad anónima argentina después. Tras cartón, pasó a manos de capitales españoles y ya no fue la sigla sino Repsol-YPF o más bien la multinacional Repsol. Pero el año pasado, otra vez con capitales nacionales, volvió a ser YPF.

"Nunca me despidieron, dejaron de pagarme pero yo seguí acá cuidando los bienes, la tierra, regando las plantas, forestando? Todos estos arbolitos los planté yo", dice Sotelo y se les escapan palabrotas pues está enfurecido. Es que las tierras pertenecen a un grupo inversor entre cuyos miembros están la madre del intendente de Senillosa, Raúl Béttiga, y un funcionario muy cercano al jefe comunal, Guillermo Tomás Flemmer. Béttiga dio una explicación muy llamativa sobre cómo son las cosas y cómo podrían haber sido si él hubiera estado detrás de todo esto (ver aparte).

Los que compraron hicieron un negocio redondo: pagaron algo más de 100.000 dólares por unas 250 hectáreas donde planean barrios exclusivos, muelles, otro camping y muchas nuevas obras.

"Esto lo arreglaron todo en la Municipalidad de Senillosa, están todos metidos ahí y el (sic) Béttiga es el que está a la cabeza de todo esto", se enoja Sotelo quien explica que los reclamos que hizo a YPF vía judicial al principio lo llevó delante de la mano de un abogado que ahora está en con el grupo inversor.

"Me han cagado de todos lados, me corrieron con mis cosas, con mi hijo discapacitado y me dicen que no tengo derechos. Estos años, desde que cortaron la luz en el 2006, aguanté cobrando dos pesos a los pescadores o la gente que venía a pasar el día... era yo que mantenía los baños, el que cuidó la plantas y el que siempre cuidó que nadie se meta acá. Hasta mi vida arriesgué más de una vez para proteger lo de YPF pero todos se borraron", cuenta.

"Mire usted la casa, mire el galpón, los caños petroleros del riego, qué duda cabe que esto era de YPF, yo mismo contrataba gente y le pagaba con la plata que me daban ellos y dicen que no era empleado", reniega Sotelo.

"Es un absurdo el precio que se pagó por esos terrenos. Una vergüenza. Habría que estudiar bien cómo y quiénes hicieron esa transacción", advirtió el dirigente de la CTA César Sagredo. Sotelo vive ahora del otro lado de río. Fuimos a visitarlo. En medio de toda la bronca debe soportar a gente que le dice que es un "boludo" por la forma en que accionó contra YPF o el que era el club de YPF. Él responde que siempre reclamó, que hizo lo que pudo y con los que medios que tuvo a su alcance.

"Los abogados no se portaron bien conmigo, yo confiaba pero hay muchos intereses detrás de todo esto. Por mis hijos que no hice una macana, me sacaron como a un perro. Esa era mi casa, ahí nacieron mis hijos. Yo nunca dejé mi puesto", afirma el soldado de la patrulla perdida.

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