Boca Juniors pareció tener resuelto el partido frente a Colón antes de la media hora inicial, cuando goleaba con paso arrollador frente a un rival que deambulaba sin norte dentro de la cancha, pero después, contra todos los pronósticos, mucho más por carencias propias que por méritos del oponente, se complicó y sufrió hasta el final, aunque el 3-2 definitivo le bastó para seguir alentando su sueño de conseguir el título.
El 3-0 consumado a los 27 minutos con dos goles de Luciano Figueroa y otro de Juan Román Riquelme era reflejo fiel del abrumador desnivel entre uno y otro. Sin embargo, Nicolás Torres descontó antes del descanso, Lucas Valdemarín acortó a un solo gol a poco de la reanudación y se abrió otro partido que nadie esperaba.
Boca debió haber ganado por mayor diferencia, sumó situaciones como para una rotunda goleada y fueron, antes que cualquier otro factor, sus altibajos y sus dudas defensivas, en particular las de su arquero Javier García, las que lo dejaron expuesto a una catástrofe y que plantean interrogantes frente a la inminente resolución del torneo Apertura.
Antes del primer minuto de juego, Falcón le ganó a Calvo, cruzó la pelota al área y Ramírez remató débil y contuvo García. Los siguientes 41 minutos fueron un monólogo de Boca, mientras Colón daba todas las facilidades atrás y en el mediocampo.
Boca, con la conducción de un Riquelme más activo que en partidos anteriores, manejó bien el balón en ataque y lo movió con acierto por los dos flancos, en especial por la izquierda, donde Dátolo fue el complemento ideal para su capítán.
A los 9 minutos se abrió el marcador en una jugada en que Riquelme jugó para Ibarra, el formoseño sacó un centro desde la derecha y Figueroa, completamente desmarcado y entrando por detrás de todos los defensores sabaleros, con una impecable volea de zurda venció a Pozo. Cinco minutos más tarde llegó el segundo en una gran maniobra colectiva.
Un pase corto de Riquelme para Battaglia, apertura de éste a la izquierda para Dátolo, toque al medio del ex Banfield y llegada de Riquelme libre para concretar. Por la diferencia y por cómo estaba planteada la situación, ya podía considerarse que el partido estaba resuelto porque Colón no esbozaba ningún tipo de reacción.
A los 27 llegó el tercero en otro desborde de Dátolo por izquierda finalizado con toque hacia el medio para que Figueroa se anotara por segunda vez en el marcador. Después Boca bajó el ritmo, pese a lo cual siguió llegando con peligro, a punto tal que fueron diez las chances claras de gol que tuvo en la primera etapa.
Tras mucho tiempo, Colón se aproximó al área rival a los 42. Ramírez la cruzó desde la derecha, salió mal García y el cabezazo de Valdemarín pegó en el poste. El rebote le quedó servido otra vez al delantero, quien jugó hacia atrás para que Torres, con zurdazo cruzado al palo opuesto, acortara inesperadamente distancias. Boca empezó el segundo tiempo como había terminado el primero: con la mente en otra parte. Y ya al minuto un cabezazo de Valdemarín estremeció el travesaño.
A los 7, Capurro cruzó un centro desde la derecha, García, solo en su área chica, manoteó la pelota intentándola rechazar al córner y no hizo más que dejársela servida a Valdemarín, quien aprovechó el error y puso a Colón a tiro de la hazaña. Si se analiza lo que sucedió de ahí en más, queda claro que Boca siguió siendo mejor con una muy buena etapa final de Ibarra, con control de pelota y con varias llegadas. Sin embargo, cada vez que Colón pasaba la mitad de la cancha era como que una descarga eléctrica recorría todo el estadio, vista la debilidad defensiva del equipo de Carlos Ischia. Colón llegó una sola vez más, mientras Boca generó más de una posibilidad clara.
En el minuto 26, después de una complicación innecesaria de Cáceres, remató Valdemarín y rechazó García. Del otro lado, hubo un gol mal anulado a Dátolo sobre los 11, un remate desviado de Figueroa a los 14, dos buenas intervenciones de Pozo por remates de Riquelme a los 21 y 26, dos remates desviados de Ibarra desde dentro del área y una atajada cumbre de Pozo ante un zurdazo de Gaitán a los 41. Boca respiró aliviado recién con el pitazo final de Laverni y lo que debe preocuparlo es haber penado tanto en un encuentro que se presentó tan fácil.
DYN