Virtualmente, ningún banquero escapó indemne a la burbuja inmobiliaria y crediticia. Pero ¿quién se puede adjudicar haber tomado las peores decisiones? ¿Quién es el responsable de haber causado el mayor daño financiero, tanto a sus accionistas como al público en general? Es decir, ¿quién sería el peor banquero del mundo? Candidatos no faltan. Richard Fuld, de Lehman Bros., y James Cayne, de Bear Stearns, encabezaron resonantes fracasos de sus respectivas compañías. La verdad es que ni Bear ni Lehman eran bancos, sino fondos atados a bancos de inversión. Y sus desapariciones no requirieron un gran rescate federal. Los fracasos de AIG, Fannie Mae y Freddie Mac necesitaron rescates financieros masivos por parte del gobierno de Estados Unidos, pero tampoco eran bancos propiamente dichos. Los banqueros de Islandia literalmente llevaron a la ruina a todo el país. Pero como la población de ese país apenas pasa de las 320.000 personas, no califican.
En una entrevista reciente, el premio Nobel Paul Krugman candidateó al grupo que hundió al Citigroup. Pero el Citi era tan grande que requirió la participación de tres CEO -Sandy Weill, Chuck Prince y Vikram Pandit- para ponerlo al borde del precipicio. Mi nominado puede que no sea muy conocido por el público. Se llama Fred Goodwin, hasta octubre fue el CEO del Royal Bank de Escocia (RBS). Tomó el mando del RBS en el 2000 y lo convirtió en un centro neurálgico internacional. Conocido como "Rebanadora Fred" por su proclividad a recortar costos -y empleos-, se constituyó en el banquero líder de Gran Bretaña. Incluso fue nombrado "sir" en el 2004 por los servicios prestados a la industria. Pero el banco, que hace pocos meses era el más grande del país, dejó de ser real y escocés y, en gran parte, de ser un banco. El eslogan del RBS es "hace que pase".
En retrospectiva, Goodwin sí hizo que las cosas pasaran. Cumplió a la perfección con todos los requisitos para ser considerado un CEO ambicioso y desmedido. Hagamos un repaso. ¿Registrar fusiones y adquisiciones como crecimiento? Sí. Tras adquirir el banco británico Natwest por unos 26.400 millones de libras, en el 2000, Goodwin utilizó el efectivo y las acciones más cotizadas del RBS para hacer más negocios.
Entre los más significativos podemos mencionar la adquisición del Charter One Financial -un banco con base en Cleveland- por u$s 10.300 millones, en el 2004, expandiendo de ese modo la presencia del banco en la zona manufacturera. ¿Fusión masiva desacertada, de trascendencia histórica, decidida en los altos mandos de la firma? Claro que sí.
En noviembre del 2007, el RBS y sus socios, Fortis y Banco Santander, completaron la adquisición del banco holandés ABN Amro. En palabras del orgulloso asesor, Merrill Lynch, el negocio, de u$s 101.000 millones, fue la "adquisición bancaria más grande del mundo y una de las fusiones más complejas de la historia". Y se concretó justo cuando la burbuja hipotecaria empezaba a desinflarse. ¿Asignación masiva de capital a la banca de inversión, compraventa de títulos riesgosos y malos controles de crédito? Sí, sí y sí. Como lo indican las excelentes notas posmortem de Bloomberg, para junio del 2008 el RBS ya era el principal prestamista de Europa. "Bajo la tutela de Goodwin, el RBS también pasó a ser el garante más importante de adquisiciones mayoritarias apalancadas", destaca el periodista Simon Clark.
Goodwin también disparó las operaciones del banco "aumentando los activos derivados en un 44%", hasta llegar a los 483.000 millones de libras en el primer semestre del 2008. "En el ínterin, sus reservas de capital básico eran de las más bajas entre los bancos del Reino Unido a comienzos del 2008". En otras palabras, Goodwin diseñó una construcción que se desplomaría con la primera ráfaga de viento, por más suave que fuera. ¿Construir nuevas oficinas muy caras e innecesarias justo cuando todo está por colapsar? Por supuesto.
En el 2006, el RBS comenzó la construcción de sus magnánimas instalaciones en Stamford, Connecticut, central para sus operaciones en expansión en EE. UU. El piso principal de la torre tiene un valor de u$s 500 millones. Estaría listo para ser ocupado (o, teniendo en consideración los recientes recortes de empleos, para tener algo de ocupación) el año que viene. ¿Decirles a los accionistas que no necesitan más capital, aumentar el del banco y que ese capital pierda valor muy rápido? Ajá. En febrero del 2008 Goodwin dijo: "No se predicen aumentos de capital inorgánicos ni nada por el estilo". Pero en junio, el RBS vendió unos 12.300 millones de libras en acciones a 200 peniques cada una, un descuento significativo comparado con el precio de mercado del momento. En octubre, las acciones se derrumbaron. Por último: ¿endilgar los problemas a los compatriotas haciendo que el banco tenga que ser nacionalizado? Exacto.
Con la baja de las acciones, el RBS dio a los accionistas la oportunidad de aumentar sus tenencias con un descuento del 65,5% por acción. Pero los accionistas no aceptaron, y hace pocos días el Estado tuvo que tomar partido como comprador de última instancia, desembolsando 20.000 millones de libras y quedándose con el 60% del banco. ¿El resultado? Las acciones del RBS perdieron el 91% de su valor desde marzo del 2007 y se mantienen gracias a la intervención del gobierno. ¡Bien hecho, sir Fred!
DANIEL GROSS