WASHINGTON.- Los miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobaron anoche un paquete de rescate de 15.000 millones de dólares para la atribulada industria automotriz, pero el proyecto de ley aún enfrenta dura oposición de los legisladores republicanos en el Senado.
Los representantes avalaron con 237 votos contra 170 la versión del texto acordada en la mañana entre los negociadores de la mayoría demócrata en el Congreso y la Casa Blanca.
El proyecto de ley pretende liberar de forma inmediata fondos por hasta 15.000 millones de dólares para préstamos a los fabricantes General Motors (GM) y Chrysler, en riesgo de quiebra inminente, mientras que Ford, el otro de los "Tres Grandes" de la industria automovilística estadounidense, hizo saber que no tendrá problemas de liquidez en lo inmediato.
La Casa Blanca, aunque no respaldó formalmente un acuerdo con los demócratas del Congreso, envió funcionarios gubernamentales al Capitolio para que defendieran el paquete de rescate.
Durante un almuerzo pleno de discusiones a puerta cerrada con los republicanos del Senado -que podrían trabar la iniciativa-, los funcionarios recibieron fuertes críticas de parte de los senadores, algunos de los cuales ya han anunciado planes para bloquear la medida.
"Recibieron una buena dosis (de regaños)", dijo el republicano Tom Coburn, que se opone a la medida, cuando salió de la sesión. Incluso algunos republicanos que han presionado duro para un rescate dijeron que el paquete necesita trabajarse.
El senador Kit Bond dijo que quería ver cambios, y el senador George V. Voinovich dijo que la medida carece de los votos republicanos necesarios para su aprobación en el Senado.
El rescate proporcionaría dinero en cuestión de días a las empresas General Motors Corp. y Chrysler LLC, mientras que Ford Motor Co. -que ha dicho que tiene suficiente liquidez para mantenerse a flote por sí misma- también podría recibir ayuda federal si lo desea.
El "zar de los fierros"
El acuerdo crearía la función de un "zar automovilístico" que supervise los préstamos y tenga el poder de obligar a los fabricantes a pedir protección federal por bancarrota si no llegan rápidamente a acuerdos con los sindicatos, los acreedores y otros para reestructurar sus empresas y volverse viables financieramente.
Los legisladores republicanos, excluidos de las negociaciones del paquete, expresaron sus reservas.
Su oposición refleja la complicada tarea de poner en marcha otro paquete de rescate federal en un Congreso cansado de ellos, sobre el cual tiene cada vez menos influencia el presidente saliente George W. Bush.
La situación recuerda la tensa atmósfera de principios de octubre en la legislatura, cuando sus miembros discutieron ampliamente entre sí antes de aprobar finalmente el plan de rescate para Wall Street, por 700.000 millones, que Bush firmó para convertirlo en ley.
(AP/DPA/AFP)