Ayer conmemoramos el sexagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pocas veces un documento ha ejercido una influencia moral, política y jurídica tan grande, que ha trascendido tanto las aspiraciones de sus redactores. La Declaración, que fue aprobada por los Estados miembros de las Naciones Unidas como un marco normativo consensuado y global para la promoción y protección de los derechos humanos, fue proclamada por los países firmantes, con razón, como el "ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse".
Desde la aprobación de la Declaración en 1948 se han hecho grandes avances, particularmente en lo que se refiere al establecimiento de normas. No obstante, aún queda mucho por hacer para garantizar la realización de todos los derechos humanos para todos.
Este año también se conmemora el décimo aniversario de la adopción de la primera política de derechos humanos del PNUD, "La integración de los derechos humanos en el desarrollo humano sostenible". Desearía aprovechar esta oportunidad para rendir tributo a la labor de nuestras oficinas en relación con la promoción de los derechos humanos en todas las regiones durante la última década. Para poner de relieve algunas de nuestras actividades en este ámbito, el PNUD presentará una nota informativa sobre los derechos humanos para el desarrollo. En esta publicación semestral se describe nuestro compromiso y participación a nivel nacional en relación con los derechos humanos para el desarrollo. Desde Zambia, Bahrein y Nepal hasta el Ecuador y Kazajistán, el PNUD responde a las peticiones de los asociados nacionales para consolidar la capacidad institucional a fin de cumplir los compromisos en esa materia.
Por ser el PNUD una organización dedicada al desarrollo, una característica especialmente significativa de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se refleja en la visión compartida de que el respeto de los derechos económicos, sociales y culturales es un aspecto tan fundamental para una vida digna como el ejercido hacia los derechos civiles y políticos. Por consiguiente, es decisivo reconocer que todos los derechos humanos son interdependientes, están interrelacionados y constituyen reglas mínimas para una vida digna. Para que esto se convierta en realidad, debería empoderarse a las personas y los grupos excluidos, en particular las mujeres, los pueblos indígenas y las minorías para que ocupen el justo lugar que les corresponde en la sociedad; además, todos los Estados miembros deben asumir sus obligaciones de proteger las libertades fundamentales.
En el Día de los Derechos Humanos, el PNUD hace un llamamiento a todos para que redoblen los esfuerzos a fin de centrarse más firmemente en las causas profundas de los problemas de desarrollo, en la dinámica de la exclusión y la discriminación, y en las instituciones y procesos de rendición de cuentas y reparación. Como lo subrayó el gran visionario Amartya Sen "no puede haber un concepto de pobreza cabal a menos que tenga en cuenta las desventajas que surgen de la exclusión de las oportunidades compartidas de que otros gozan". Velemos por que los valores y principios básicos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos continúen inspirando nuestras actividades de desarrollo y así podamos mejorar las vidas de las personas a las que prestamos asistencia.
KEMAL DERVIS
(*) Administrador del PNUD