Independiente apenas soportó veinte minutos su partido con San Lorenzo y River va camino a ser la peor versión de todos los tiempos. ¿Sabrán sus jugadores el lugar que les espera en la historia? Hum...
Da pena ver jugar a Independiente. Cuesta creer que se trate de once jugadores que buscan ser un equipo. La fallida experiencia de Claudio Borghi y su consecuente renuncia en la novena fecha fue también el fin de la temporada para sus futbolistas, el problema es que quedaban por delante 10 partidos.
Lo de River es peor porque se trata del último campeón. Tal es su desconexión que el sábado, ante Godoy Cruz, no se enteraron que Cristian Villagra estaba lesionado. No sólo no tiraban la pelota afuera para efectuar el cambio que el defensor pedía a gritos, sino que ¡le pasaban la pelota!
Puede entenderse una mala campaña. A veces toca estar en mala por más grande y reforzado que se esté. Pero aquí pasa otra cosa. Estos futbolistas no parecen valorar que visten dos camisetas grandes. (Casi) ninguno parece estar a la altura de los grandes planteles.
En definitiva, las camisetas han perdido su valor simbólico. ¿Cuántos futbolistas aspiran a llegar a la Primera de los clubes argentinos? ¿Y cuántos de ellos, a hacer historia en ellos? ¿Qué tan atrás hay que irse en el tiempo para recordar grandes figuras de Independiente, San Lorenzo...? En River ya no está Diego Simeone, pronto se irá Diego Buonanotte y quién sabe si vuelve alguna vez. También partirán Tuzzio, Rosales, Ponzio...
Apoyarse en los hinchas suelen ser para el periodismo deportivo un acto de demagogia, pero no esta vez. Ellos, incrédulos, ven cómo su camiseta se degrada sobre la piel de tipos que pasan por el fútbol sin más razones que la pesca de un buen contrato en euros. No está mal. Hace 71 años que en el fútbol argentino se juega por plata. Pero Cluj o Anorthosis no son River e Independiente.
JUAN MOCCIARO
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