Lunes 08 de Diciembre de 2008 Edicion impresa pag. 24 > Sociedad
Juntos pero sin compromiso
Los tiempos cambiaron y a las nuevas generaciones ya no les interesa mucho pasar por el Registro Civil. Como contrapartida, aumentó la emisión de declaraciones juradas por convivencia. Un fenómeno que también siente la Iglesia.

Hace un par de décadas era impensado. El solo hecho de que una pareja no formalizara su unión, al menos ante el Registro Civil (ni hablar ante la Iglesia), podía ser motivo de discusión y hasta de una ruptura familiar que podía perdurar varios años.

Pero los tiempos cambiaron. Y culturalmente ya "no es una obligación" contraer matrimonio o, al menos, poner la firma en el libro del Registro Civil.

Las estadísticas confirman lo que para muchos ya es un hecho desde hace un tiempo: la gente se casa cada vez menos.

Según los datos que maneja el personal del Registro Civil en Viedma, en Río Negro durante el 2006 se concretó un total de 1.358 casamientos. Pero las cifras cayeron considerablemente en el 2007, cuando el número apenas llegó a 1.070. Y, si bien los de este año todavía no están cerrados, todo indica que seguirán en franca caída ya que, por ejemplo, en algunos de los centros más poblados se registraron índices inferiores a los de años anteriores.

En Roca, hasta hace una semana apenas se habían contabilizado 169; en Cipolletti, 123 y en Bariloche -la ciudad con mayor densidad poblacional- el registro había llegado a 142.

 

Con esto alcanza

 

Pero si estos números no dejan suficientemente claro el desinterés de las nuevas generaciones en poner "el gancho", las estadísticas de las declaraciones juradas por convivencia ratifican esta presunción. Por ejemplo, y para tener un dato como prueba, en la sede Roca del Registro Civil se solicita un promedio de cincuenta certificaciones por mes (cuando el promedio mensual de enlaces oscila entre 14 y 17).

En su mayoría se piden por temas muy puntuales como obtener una obra social para la pareja o a solicitud de algún organismo o empresa que lo toma como un documento para ratificar la convivencia de la pareja.

Con fotocopias del DNI, el pago de un sellado de 10 pesos y la presencia de algún testigo, en cuestión de minutos se puede obtener un papel que certifique la relación de hecho entre cualquier pareja.

Y, si la cosa no va más, el trámite también es fácil: además de armar las valijas se puede hacer una presentación en el mismo organismo provincial y obtener otra certificación. Con la misma documentación en mano y la estampilla se expresa que la pareja ya no mantiene una relación de concubinato.

Para el titular del Registro Civil de la provincia, Sebastián Tronelli, es evidente que existe un marcado desinterés de las nuevas generaciones en contraer matrimonio ante las autoridades de ese organismo. "Es una cuestión cultural. Hace años, era impensado mantener una relación así, pero ahora es una decisión que toman las propias personas y que es totalmente respetable", dijo el abogado, quien ratificó que las cifras parecen seguir en franca caída.

Sin embargo, el fenómeno no solamente es provincial: se da en todo el país.

Cambio de hábito

 

Los tiempos cambiaron. Y los organismos también. Hasta hace unos años no estar casado y tener los papeles "en regla" en la mano podía dificultar cualquier trámite que la pareja quisiera iniciar en conjunto.

Para acceder a un crédito o bien para inscribirse en un plan de viviendas en un organismo provincial era un requisito que prácticamente no se podía eludir.

"Ya no es como antes. Hoy, con una declaración de convivencia se puede acceder a un crédito sin ningún tipo de problemas", dijo una de las empleadas del Banco Nación, quien aseguró que resulta un trámite "común" ya que muchas parejas llegan con su certificado para obtener algún crédito o beneficio.

El mismo certificado puede servir para inscribirse en el listado de personas que intentan acceder a una vivienda en el IPPV, donde ahora no resulta un requisito indispensable encontrarse legalmente casado.

 

No es lo mismo

 

A la hora de contraer matrimonio o de unirse, la pareja asume deberes y obligaciones que se deben tener en cuenta. Pero los problemas pueden generarse cuando se decide poner fin a esa relación, según explican los especialistas, quienes observan en la unión de hecho los mayores inconvenientes.

Cuando hay papeles de por medio existen obligaciones como cohabitar (vivir bajo el mismo techo), ser fiel y ayudarse mutuamente. Mientras tanto, en la esfera de las cuestiones patrimoniales cada bien que se adquiere pasa a formar parte de la sociedad conyugal en partes iguales (mitad y mitad) y, hasta tanto los papeles no estén en regla, ninguno de los cónyuges puede vender los bienes sin contar con el consentimiento de su ex pareja.

Pero, ante la Justicia, en el concubinato no se tienen los mismos parámetros y por lo general los problemas llegan cuando cada uno decide seguir su propio camino. Si no hay acuerdo mutuo, los bienes adquiridos durante la relación pasan a formar parte de la persona que los adquirió.

"Por lo general siempre están a nombre de uno solo y allí surgen los problemas legales. Después la otra persona debe comprobar -de alguna manera- que también aportó para adquirir ese bien", dijo una especialista en Familia consultada por este diario.

Desde el punto de vista impositivo, aquellos que no registran su unión como matrimonio civil pierden las deducciones y desgravaciones por cónyuge que permite la ley del Impuesto a las Ganancias. Esto implica que existe una mayor obligación a pagar si los integrantes de la pareja no formalizan su matrimonio ante el Registro Civil.

LUIS LEIVA

luisleiva@rionegro.com.ar

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