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	La boda de Luciano Hoch. En el centro el padre, con un brazo en el hombro de Sobisch. Comprobante de uno de los pagos del Banco Provincia de Neuquén al grupo ASSA.

El artículo 63 de la ley provincial 2.141, de administración financiera y control, establece que todo contrato se hará por licitación pública y el que sigue establece las excepciones para que no se haga la licitación pública. Pero el Poder Ejecutivo parece entender que no se trata, en ambos artículos, de un principio y de sus excepciones sino de que puede elegir lo que más convenga. Así es como su mejor alumno, el Banco Provincia de Neuquén, le hizo un guiño a la licitación y contrató directamente al grupo ASSA para encarar una nueva informatización de la entidad. Lo hizo Luis Manganaro en lo que significó, al cabo de varios años, una erogación aproximada de entre 5 y 7 millones de pesos.

Cuando reemplazó a Omar Negretti en la conducción del BPN (año 2000), Manganaro decidió cambiar el sistema informático llamado Solbank, que había sido objetado por el Banco Central. Se inició entonces el vínculo con el grupo ASSA, cuyo vicepresidente era el contador Abelardo Luis Hoch, un amigo de Jorge Sobisch que trajo a los llamados "uruguayos" de la empresa De la Robla y Asociados y con ellos al sistema Bantotal, que con el paso de los años resultó ser un remedio peor que la enfermedad.

Tomada la decisión con el acompañamiento de José Oser, gerente general, y José Luis Rueda, gerente de Sistemas, se definió la ayuda en consultoría que prestaría el grupo, a saber: a) ayudar al personal técnico del banco a fin de evaluar soluciones tecnológicas para el reemplazo del Solbank; b) asesorar en el diseño del "master plan" para la implementación del sistema elegido; y c) ya seleccionado el Bantotal, planificar cómo se implementaría.

Mientras los funcionarios vinculados a la operación endiosaban al nuevo sistema, la contadora general del banco -hoy en el puesto de Oser-, Adriana Velasco, fue elevada al cargo de gerenta del proyecto no tanto para ocuparse de la nueva tecnología (de la que no sabía mucho) sino de los gastos, que ya venían siendo crecidos. De ella dependería el personal asignado al proyecto y el visto bueno de facturas, renegociaciones de precios, la pesificación "asimétrica" del contrato a principios del 2002.

Hoch -quien ya para entonces, y por separado, ponía en marcha su exitoso loteo "Muelle de Piedra en Villa La Angostura- envió a Neuquén dos gerentes: Susana Yaramani, como figura principal de ASSA en el banco y "think tank" de Velasco, y Pablo Pristupin, quien instaló en el departamento de Recursos Humanos el sistema Meta 4.

Hubo contratos colaterales que brotaron del tronco principal, con su necesaria secuela de honorarios, pasajes y viáticos. Un ejemplo: como el Central había cuestionado los manuales del sistema anterior, ASSA colocó a un "experto", Pablo Peña, que al cabo de varios meses alumbró nuevos manuales sobre la base de los que ya usaban otros bancos.

El Bantotal no funcionó con las virtudes que le había atribuido el coro laudatorio que se alzó con la puesta en marcha. Pero la solución llegó con la propagandizada fase II, en precario desarrollo cuando Félix Racco se hizo cargo de la presidencia del banco, en el 2005. El tándem Velasco-Yaramani le propuso continuar con la número III, pero Racco decidió dar por terminada la relación con el grupo y, consiguientemente, echar a Yaramani.

Que se sepa, no hubo por lo tanto nueva fase del Bantotal, que sigue a los tumbos. Pero sí de Yaramani, que ya con Omar Gutiérrez en la presidencia volvió como asesora de la Gerencia General (que ejercía Velasco), con categoría de subgerente departamental de 3ª, legajo número 2.620/8 y un sueldo que entonces -año 2007- superaba los 9.000 pesos. Naturalmente, la designación fue una herida que no cierra para muchos empleados con años de carrera en la institución.

En su nueva función, Yaramani logró contratar a la consultora Abrain Pietrafiesa y Asociados, con la que llegó al banco Claudio Poltorak como consultor de sistemas. Esa consultora se fue sin lograr las soluciones que se le encomendaron.

También trajo a un gerente de Sistemas, Marcos Schnider, quien tampoco tuvo éxito y se fue. O sea que el banco, con calificación 4 en sistemas (la 1 es la mejor y la 5 la peor), no tiene gerente de Sistemas actualmente. Sí un subgerente, Nelson Galeano, que viaja todas las semanas.

El triunvirato formado por Gutiérrez, Velasco y Yaramani encara en estos días la incorporación de nuevos sistemas (con los consiguientes contratos). Uno de gestión administrativa para la Gerencia de Administración a cargo de Sergio Pintado, que costaría 500.000 pesos, sin contar gastos de consultoría; otro llamado "wordflow" para el seguimiento de préstamos personales y prendarios, en el que ya se llevarían gastados un millón de pesos; uno más de procesamiento de documentos, siendo que ya existe en el banco un sistema desarrollado por personal de la institución.

JORGE GADANO

jagadano@yahoo.com.ar