VIEDMA (AV)- El debate presupuestario y la estrechez financiera genera susceptibilidad en el gobierno. Este foco de tensión se concentra en el poder del ministro de Hacienda, Pablo Verani, cuya autonomía de maniobra siempre es cuestionada por los hombres más allegados al gobernador Miguel Saiz.
Una fuerte versión consigna que Verani reiteró a Saiz su predisposición para abandonar su cargo si la confianza del mandatario sólo se concentra en los consejos de los allegados. Cierto o no, este probable planteo se sustenta en hechos que promueven un alto grado de credibilidad. Verani -otra vez- no oculta su fastidio. Detecta problemas financieros y estrechez de recursos, pero nadie comparte sus ajustes. Desconfían de sus pronósticos.
El presupuesto ofreció un debate general, pero la desazón de Verani se explica en otros sucesos. Rechazó un expediente por "exagerados" gastos para la Fiesta de los 25 años de la Democracia. Se negó a otorgar un adelanto de 100 mil pesos. Al final habría acordado con el secretario General, Francisco González cómo reconsiderar la imputación de las erogaciones.
Saiz cerrará el miércoles el acto central de esa celebración en un escenario en la Costanera viedmense. El expediente sólo será una anécdota. Pero Verani detecta que Saiz alienta acciones ajenas contra sus pretensiones. Pese a los deseos del contador, el secretario de Obras Públicas, Osvaldo Mildemberger continúa en su cargo, con más libertad que antes de su confrontación pública con Verani.
Otra frustración se reactualizó en la escasez. El ministro renueva su intención de conformar una caja única de cuentas para evitar el pago de descubiertos al Banco Patagonia. Ese proyecto no prosperó el año pasado frente a la oposición de González y del secretario de Empresas Públicas, Gabriel Savini. Esa unificación también alcanzaría a las firmas estatales. Verani mantiene la expectativa de conseguir ese objetivo. Cree que el gobernador lo entiende pero no lo convalida en los hechos. Responsabiliza al entorno. Tampoco el ministro baja su estrategia y, en cambio, potencia su ofensiva.
Hace un tiempo, un marcado malestar se depositó en el despacho de Saiz cuando Verani remitió una respuesta oficial que machacaba el error de desconocer su pedido de centralizar las cuentas bancarias. Poco se supo de esa misiva,
Posiblemente, Verani no transmita toda su inquietud a Saiz. Tampoco el mandatario expone las suyas, aquellas que expresa ante propios. Se molestó cuando el ministro declaró que no existen previsiones de subas salariales para el 2009 y la consideró otra decisión inconsulta. El contador argumenta que últimamente el presupuesto siempre se confeccionó así, dejando eventuales alzas supeditadas a las negociaciones. Antes, Saiz cuestionó -internamente- lo que consideró un despegue de Verani en el otorgamiento de los beneficios impositivos a Flavors.
Últimamente, el contador replicó su percepción de que no existe conciencia gubernamental de la actual y futura escasez financiera. Hay marcadas dificultades para pagar aguinaldos y salarios. La estrechez se profundizará a la espera de otro acuerdo con Nación por la deuda del año próximo. "Siempre soy yo quien dice que no", repitió Verani en las últimas jornadas. No buceó demasiado y ejemplificó su visión en los gastos para la Fiesta de la Democracia, que incluye erogaciones para fuegos artificiales de 40 a 50 mil pesos.
Prioridades
El presupuesto está subestimado, pero condensa el espíritu gubernamental para un año. Su análisis alienta un debate general de políticas. Como otros, el gobernador concurrió días atrás al bloque oficialista para abundar en detalles y esbozar ciertas acciones. Por cierto, Saiz poco dijo de lo que prepara para el 2009.
Al organizarse esa reunión, algunos detectaron la ocasión para extender ese encuentro en un asado con el gobernador para posibilitar un diálogo más informal y político. Deambulan muchas consultas, inquietudes y planteos entre los legisladores.
La oportunidad era propicia, y razones sobraban. La reunión gastronómica se concretó, pero Saiz no concurrió. No hubo lineamientos, ni definiciones políticas para sus legisladores. Si, en cambio, emergieron especulaciones de lo que se entendía un desaire del gobernador. ¿Qué compromiso tenía Saiz frente a una reunión de las pocas en el año con sus representantes parlamentarios? El gobernador concurrió a la función de un circo. No hay otras razones que la simple pretensión de Saiz en asistir a ese espectáculo. La prioridad pública exigiría otra lectura.