Domingo 07 de Diciembre de 2008 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
Un año sin Víctor Mayol en las tablas del teatro

NEUQUÉN (AN).- Fue esa clase de personas de pisada fuerte que al pasar dejan huella. Tenía una personalidad reservada y cautelosa, pero que misteriosamente se transformaba en un huracán cuando sus pies se plantaban sobre un escenario. Agudo observador del mundo y de su gente, supo encontrar la semilla oculta de las historia cotidianas.

El teatro fue para él un santuario, ese lugar sagrado donde su mente se encontraba siempre a gusto, a sus anchas. Ese mismo teatro que una vez parió y alimentó sus creaciones hoy lo recuerda con nostalgia. El telón de la vida de Víctor Mayol cayó definitivamente hace un año y por primera vez no hubo aplausos.

El escenario quedó vacío y la sala desordenada, todo fue desolación ante su partida, en el preciso momento en que quedaban tantas cosas por hacer y tantas otras por disfrutar. El Ámbito Histrión, elenco y sala por los que tanto peleó Víctor, de repente quedaron huérfanos. Muchos actores se formaron bajo su dirección detallista y talentosa; tantas palabras rebotaron de su boca hacia la platea, tantos personajes vieron su nacimiento allí. Y también cuántos proyectos quedaron a medio escribirse.

Y de repente se encontraron sin el maestro, sin esa persona que les indicaba el mejor camino hacia la excelencia.

Mayol fue entre tantas otras cosas, el fundador del Teatro Estudio de Buenos Aires en 1973, fue director artístico del entrañable Teatro del Bajo de Neuquén, director de la Escuela de Teatro del INSA (hoy IUPA) y fundó, junto a Rosario Oxagaray, el Teatro Estudio en la capital neuquina.

Su último proyecto fue el Teatro del Histrión, fundado en el 2002. Ferviente defensor del teatro de investigación deambuló e hizo deambular a sus alumnos por esos senderos. Bajo su guía el elenco dio forma a "Factum", la última obra que dirigió Mayol y que resultó ganadora de la Fiesta Nacional del Teatro 2008.

A un año de su partida, cuando uno entra en la sala roja y negra, parece que Víctor aún estuviera allí, enfundado en su atuendo despojado de formalidades, marcando el énfasis, corrigiendo un gesto, consagrando un movimiento. Sus alumnos continuaron su legado; a fuerza de tesón y amor al teatro, mantienen a pulmón la sala y su producción artística porque saben que ésa es la única manera de rendir homenaje a los grandes hombres.

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