Los argentinos -más ahora que "de repente apareció el mundo y nos complicó la vida", según el relato de la presidenta al anunciar el segundo capítulo de las medidas para alentar el consumo y evitar despidos- están cargados de mala onda. Y tan desorientados como los que a las 4 de la mañana nunca saben si es demasiado tarde o demasiado temprano.
En el peronismo y en la oposición se dibujan escenarios pos-kirchneristas que irritan a Cristina y a Néstor. Pero el matrimonio presidencial no está desprevenido. Ensayó la marcha atrás haciendo gala de pragmatismo (oportunismo, descalifican los heridos) y se aposentó en el Partido Justicialista, básicamente en el de la provincia de Buenos Aires, territorio donde lo espera con el cuchillo bajo el poncho un ex mandatario: Eduardo Duhalde, un animador en las sombras a quien algunos seguidores -es el caso del misionero Ramón Puerta- exhortan a destruir el "monstruo" por él creado en el 2003.
Falta mucho para la renovación legislativa de octubre del 2009 y hay problemas urgentes que atender, en un clima de incertidumbre financiera internacional. Sin embargo se perciben esfuerzos por disminuir la fuerza del kirchnerismo distrito por distrito y posicionarse nacionalmente para el 2011.
Todavía existe temor reverencial hacia Néstor Kirchner, aunque después de la derrota con el campo por la 125 cada vez son más los que se animan a contradecirlo y plantear escenarios alternativos. Algunos lo hacen con las valijas en la mano. Otros, cohabitando bajo el mismo techo. Uno de éstos vaticinó: "Si en la suma general de octubre los K sacamos menos del 30%, no hay herencia. Nos vamos. Si obtenemos entre 30 y 35, en el 2011 ya no se presentarán Néstor ni Cristina, pero ambos junto con los gobernadores influirán en el nombre del candidato. Y si conseguimos más del 35, nos quedamos" (sic).
Por fuera del peronismo pivotea la confrontación. Elisa Carrió coquetea con los socialistas, por más que el hombre fuerte de ese partido, el gobernador de Santa Fe Hermes Binner, no autoriza una alianza apresurada. "Lilita" volvió a ingresar al Comité Nacional de la UCR. Trazó una hoja de ruta dialoguista con su titular, Gerardo Morales.
Luego el vicepresidente Julio Cobos -expulsado de por vida del radicalismo (¿?) por haber secundado a Cristina Kirchner en la fórmula- tuvo un acercamiento con las autoridades que lo sancionaron. En el gobierno, por su famoso voto no positivo en el tema de las retenciones, es considerado un paria. Tal circunstancia y su ponderación pública avivaron un movimiento para volver a captarlo y convertirlo en figura clave dentro de dos años.
De hecho, cobistas y radicales trabajan juntos. Margarita Stolbizer lo admitió y explicó que, si bien está encuadrada con Carrió, tiene autonomía para cerrar entendimientos provinciales con vistas a las decisivas legislativas del año entrante.
A Carrió no le gusta Cobos. En la intimidad es muy dura con el vicepresidente. Le endilga deslealtad por partida doble. Aquí hay un cortocircuito y se necesitarán técnicos especializados para repararlo.
Mauricio Macri no es afiliado al PJ pero, concentrado como está en su compleja tarea de intendente de los porteños, cuenta en su elenco con peronistas y dialoga con el recientemente exiliado Felipe Solá y con Duhalde.
Es en el justicialismo donde subyacen los principales riesgos para los Kirchner. Recostarse en la tradicional estructura ortodoxa le valió a Néstor la rebeldía de numerosos piqueteros -se fueron Jorge Ceballos y Humberto Tumini- y la crítica pública de "progresistas" como Vilma Ibarra, Miguel Bonasso y Victoria Donda. Hasta la ministra de Salud, Graciela Ocaña, cuestionó a dirigentes de la provincia de Buenos Aires como Aldo Rico y Roberto Porretti y reclamó: "Deberían reflexionar y volver a las bases". ¿Se estará preparando "la hormiguita" para dar el portazo?
Felipe Solá, José Manuel de la Sota, Hilda "Chiche" Duhalde, Juan Carlos Romero y los hermanos Rodríguez Saá anidan una conspiración en el peronismo decididamente no kirchnerista. Allí abreva el ex ministro y ex candidato presidencial de la UCR Roberto Lavagna, quien afirma que todos los males de la actual administración se iniciaron después de que él dejó el cargo, a fines del 2005.
Lavagna se niega a hablar de cargos. Está empeñado, entre otras cosas, en hacer caer el proyecto de blanqueo de capitales que el oficialismo prevé aprobar antes de fin de año con los números justos.
Lavagna se ubica en la centroizquierda, menosprecia a Macri y dice que Cobos debe seguir siendo vicepresidente hasta el 2011. Los dos son potenciales competidores suyos. Duhalde los elogia a los tres.
Las especulaciones políticas-infinitas- van atadas a los resultados económicos que se observen en los próximos meses. La convulsión y el resentimiento son grandes. Todos los días se viven situaciones anárquicas y violentas ¿Es tarde o temprano para desactivar la bomba?
ARNALDO PAGANETTI