Luz Sapag es una mujer que tiene la virtud de hablar claro. Acaba de advertir que si Sobisch lograra encaramarse nuevamente en la presidencia del MPN "sería el fin del partido".
No es que se vaya a terminar el MPN, no es para tanto, desde luego se trata de una afirmación teñida por la óptica familiar de la intendenta de San Martín. Pero es certero que si Sobisch lograra legitimarse para volver a la presidencia del partido los Sapag, todos ellos, empezando por el hermano gobernador, deberían despedirse, acaso para siempre, del poder en la provincia. Después de todo, ya lo advirtió García Márquez, es difícil tener una segunda oportunidad sobre la Tierra.
Esta semana Luz fue más lejos aún, al señalar que "el candidato natural" para enfrentar a Sobisch -nuevamente se supone que habló más que nada de su familia-, no es ella, como insinuaba hasta hace muy poco con su propia postulación, sino su hermano el gobernador. Reveló también que así se lo había hecho saber al interesado y declaró que estaba a la espera de su decisión: "Yo supongo que lo estará pensando", apuntó.
Un día antes, otro de los aspirantes a la conducción del partido, el diputado nacional José Brillo, salió a proponer un acuerdo entre Sapag y Sobisch que lo tenga a él mismo por prenda de unidad.
Luz salió a responderle: además de tacharlo de "hombre de Sobisch", sostuvo que, si pudiera decidirlo por sí misma, no aceptaría ningún acuerdo" ni con el ex gobernador ni con los que considera, como Brillo, sus aliados.
Si bien todavía no confirmó ni desmintió su candidatura, el propio Jorge Sapag salió esta semana a advertir que "como militante y autoridad partidaria" trabajará para que el MPN tenga una conducción que "no cascotee" a su gobierno.
Es que el gobernador, a pesar de su ya proverbial diplomacia, no podía permanecer con la boca cerrada en vísperas del nutrido acto de retorno al escenario político que protagonizó ayer Sobisch en Zapala.
Desde las filas sapagistas no se cansan de señalar que la demostración de fuerza de ayer no fue contra el gobernador sino en defensa propia. Expresión de un Sobisch que está débil y trabaja para que no se lo lleven por delante, para que piensen, "ojo, que todavía puede volver a ser?".
Es cierto que escándalos como el de Temux, el Plan Integral de Seguridad y Damovo, y sobre todo el crimen de Fuentealba, han relegado a Sobisch a la defensiva -sin ir más lejos esta semana ATEN convocó a movilizarse en contra de su retorno político- y dificultarían al extremo su promocionada rentrée.
Sin embargo, la política argentina ha revelado que los imposibles no existen y parece claro que la presencia de Sobisch al frente de un partido de intereses vinculado con el Estado como es el MPN, sería incompatible con un ejercicio autónomo del gobierno. Aunque no quisiera o no pudiera volver al gobierno, un político hegemonista y temerario como el ex gobernador se convertiría de hecho en una suerte de árbitro, llamado a definir sobre cualquier circunstancia política que se presente.
Acaso Sapag no lo ha terminado de digerir, pero en su situación no le queda otra alternativa que enfrentarlo. Quizá podría sobrevivir a una derrota que lo dejara con sólo la mitad del partido, pero no dar la batalla o acceder a una negociación que lo deje en una supuesta paridad con su antiguo socio sería ceder de antemano las riendas de la provincia.
Tal vez ahora el gobernador se arrepienta de no haber sido más categórico en la condena de la herencia envenenada que recibió y en la individualización del máximo responsable y sus cómplices. Con sólo echar una mirada a estos once meses queda claro que lo único que hizo es dilatar el enfrentamiento y desaprovechar la oportunidad inmejorable que tuvo al comienzo, con todo el poder, de ponerle un cerrojo a la Historia.
Al lado del gobernador aseguran que no se trató de ningún encubrimiento. Explican que judicializar la política no es su estilo y que, en todo caso, serán el Tribunal de Cuentas y la Justicia los que den cuenta de los desaguisados cometidos.
Pero no son pocos los que piensan que si Sapag no pudo o no quiso -quién sabe- denunciar como corresponde al autor de los ilícitos fue porque él y su antecesor fueron socios mucho tiempo y en una cofradía pragmática y voraz, inclinada a los negocios turbios como es el MPN, nadie escupe para arriba, o al menos nadie lo hace impunemente.
Como suele ocurrir y más en tiempos de crisis, los últimos 20 días que restan hasta las fiestas prometen ser los más difíciles del año. "Lo que queda se va a ir entre lágrimas y suspiros", confiesa un allegado al gobernador.
Para evitar males mayores, el gobierno se curó en salud: enero será de receso obligatorio y con ello la protesta social se verá atenuada. Pero el ajetreo sindical volverá en febrero, en vísperas del inicio de clases. Para entonces el gobierno deberá tener otro horizonte o tendrá que atenerse a las consecuencias: el 2008 es un año político y en marzo la rueda se pondrá a andar.
Los mandatos de las autoridades del MPN vencen en septiembre y presumiblemente la interna se debería realizar en julio. Pero como además hay elecciones de diputados nacionales y de concejales de la capital, el panorama no es tan claro.
Farizano y Mansilla han dado a entender que se adelantará la elección municipal. Si así fuera, el MPN debería hacer lo propio con su interna.
Mientras tanto, Sobisch se ha largado a afiliar y preferiría que la elección de autoridades partidarias, que es cerrada, se separe de la otra, que es abierta.
En el sapagismo piensan que el ex gobernador está todavía muy lejos de ser una amenaza y que si las elecciones fueran hoy saldría derrotado. Pero descuentan que mide a cada rato los tiempos, mientras fogonea tomas y conflictos para lograr el desgaste de Sapag, que lógicamente está más expuesto porque está en el gobierno. Por lo pronto, desde ayer el adversario del gobernador está bastante menos lejos.
HECTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar