Domingo 30 de Noviembre de 2008 Edicion impresa pag. 12 > Regionales
El terror de las víctimas se extendía a los familiares
Los relatos del horror vivido por los allegados de los detenidos. Los allanamientos eran corrientes mientras estaban secuestrados. Dolor de los padres en la búsqueda de los que siguen desaparecidos.

NEUQUÉN (AN/ACE).- Cada vez que los familiares de las víctimas de "La Escuelita" iban a ver a sus seres queridos legalizados en las cárceles de Rawson o La Plata, eran allanados violentamente en las habitaciones de hoteles, casas de familia y hospedajes. "Entraban armados casi rompiendo la puerta y revolvían todo, tratábamos de ir varios familiares juntos, para no pasar solos ese momento", dijo Cristina Vega, esposa de Rubén Obeid al momento del secuestro.

A Obeid lo llevaron al centro clandestino de Neuquén en tiempos en que su esposa estaba embarazada; y cuando ella lo pudo visitar en el penal de Rawson luego de que lo legalizaran, el pediatra le recomendó que no llevara más a la beba porque "percibía lo que pasaba y le daban como espasmos de sollozos y se quedaba como muerta; así es que tuve que sacarle el pecho para poder viajar sin ella", dijo durante las audiencias en el Tribunal Oral.

Para las familias de los "presos políticos", las visitas eran cada 45 días, una hora durante seis días. "Tratábamos de coincidir en los viajes con la señora de (Enrique) Teixido o (Oscar) Paillalef; o le pedía a mi hermana que me acompañara, no queríamos estar solos, porque siempre nos allanaban", le dijo la mujer al tribunal.

Hubo padres, hermanos y amigos de los secuestrados que también fueron aterrorizados con seguimientos, allanamientos y viles interrogatorios sin que esto sirviera para conocer dónde estaban sus seres queridos.

"Cuando fui al Comando y me recibió el mayor Farías, me dijo que lo tenían, que le estaban haciendo unas preguntas, dentro de todo lo malo que pasaba, sentí un leve respiro porque ví lo que sufrió mi tío Tronelli (el papá de Mirta Tronelli, desaparecida); a él siempre se la negaron, nunca le dijeron que la tenían", agregó Cristina Vega.

En el Comando se encontró con los que buscaban a otros que estaban desaparecidos. "Conocía a Angélica Pesino, casada con Carlos Arias, a Delia Arrázola, casada con Pedro Rodríguez, o a Pochi, casada con Jorge Ruiz", recordó.

Un mes de incertidumbre

Hubo un mes que no supo dónde estaba su esposo, hasta que se entrevistó con Oscar Reinhold y le dijo que Obeid estaba en Rawson y que se "pudriría" en la U6. "De Reinhold sólo recuerdo el miedo que me daba sentado detrás del escritorio; daba pánico con esa mirada tan fuerte", le dijo a los jueces.

En noviembre de 1976 a Emilia Grizzi un grupo de gendarmes le cerró el paso en Planicie Banderita y a punta de Fal, le comunicaron que su amiga María Celina Ruchetto, estaba detenida. Mientras la docente estaba en "La Escuelita", Grizzi temblaba cuando le allanaban la pieza de su amiga, de donde se llevaron libros, cartas, efectos personales y la Biblia Latinoamericana, entonces prohibida.

Alida Vega, cuñada de Obeid, salió conmovida de la audiencia donde escuchó los testimonios de ese día. "Yo viví todo eso, pero nunca me animé a preguntarle a Rubén lo que él relató en el juicio. Cuando lo volvimos a ver (luego de la tortura) estaba muy mal, y yo estaba con mi hermana cuando los militares nos maltrataban; en el juicio lo que me dio bronca es que (los acusados) escuchan todo lo que nos pasó y ni siquiera bajan la vista, es como si no les importara".

Expresó que al revivir la angustia del terror impuesto por los

militares, "lo único que espero es que se condene a esta gente a la cárcel común, que paguen simplemente con que haya justicia, pero que la haya", finalizó.

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