Los medios estadounidenses lo celebraron como "niño maravilla" y muchos vieron en él al ansiado guía capaz de enseñar el camino de salida de la crisis financiera. La sola idea de que Timothy Geithner se convirtiera en el próximo secretario del Tesoro bastó para que las Bolsas reaccionaran con fuertes subidas la semana pasada.
En Wall Street, en ámbitos economistas y corros políticos en Washington, desde los más diversos sectores llegaron elogios para el hasta ahora jefe de la Reserva Federal de Nueva York y futuro gestor de la crisis al lado del próximo presidente estadounidense, Barack Obama.
Sin embargo, comienzan a aparecer cada vez más voces que se preguntan, como "The New York Times": "¿Tiene realmente Geithner la herramienta para imprimir al país una nueva dirección en política económica?".
Nadie duda de que el economista de 47 años y el equipo de Obama tienen ante sí una lista de tareas hercúleas para pasar del peor momento de la crisis hacia una estabilización de la turbulenta economía real.
Geithner integró, junto con el secretario del Tesoro Henry Paulson y el jefe de la Reserva Federal (Fed) Ben Bernanke, el trío que desde el principio de la crisis se ubicó al frente de la lucha contra la crisis.
Muchos reprochan sin embargo que el balance del ingente esfuerzo invertido por el Estado resulta más bien mediocre. "¿Dónde estaba Geithner en la crisis?", insiste en titular "The Times".
Las desesperadas intervenciones de la Fed y el Departamento del Tesoro siguen sumando miles de millones de dólares. Este mismo martes se anunciaron dos nuevos programas por 800.000 millones de dólares para apuntalar los maltrechos mercados inmobiliarios y de crédito al consumidor.
Aunque los defensores de todas esas medidas afirman que la situación sería peor si no se hubiesen tomado, ninguna parece por el momento aportar los frutos esperados. Los mercados de valores siguen hundiéndose y el país, como el resto del mundo industrializado, enfrenta un intenso parón económico.
Aunque Wall Street ve con simpatía a Geithner, cuya entidad representa a la Fed de Washington en el corazón de la industria financiera estadounidense, aún queda una herida abierta que sanar: el consentimiento político a la caída del banco de inversión Lehman Brothers, para muchos una de las principales causas del dramático agravamiento de la crisis.
Antes de la quiebra en setiembre, tanto Paulson como Geithner representaron en el firme rechazo a las ayudas estatales.
Por otra parte, la Reserva Federal de Nueva York es responsable de vigilar y regular el paisaje de las instituciones financieras, que tras la ola de fusiones y caídas en el sector apenas quedó reconocible.
Geithner fue uno de los primeros en advertir los peligros de lo que se avecinaba, es cierto, "pero toda una serie de analistas dudan de que haya realizado lo suficiente como para evitar el mal", escribe "The New York times".
En suma, nadie puede esperar que el sucesor de Paulson resuelva la crisis por arte de magia, destaca la revista británica "The Economist". "Lucha desde hace un año contra ella y el final no está a la vista".
FRANK BRANDMAIER
DPA