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Profesionalismo | ||
Pasado el fin de semana más "nefasto" de la historia del tenis argentino, el tema será ahora cómo hacer, si es que todavía hay tiempo, para que las dos estrellas del equipo, David Nalbandian y Juan Martín Del Potro, no repitan la historia de desencuentros de Guillermo Vilas y José Luis Clerc. Es increíble, pero la final de 1981 ante Estados Unidos también se jugó con Vilas y Clerc enfrentados, igual ahora que Nalbandian y Del Potro, sin contar la semifinal del año previo ante Checoslovaquia, perdida también de local y en medio de fuertes enfrentamientos con el establishment del tenis. ¿Será que sólo se podrán jugar instancias decisivas de Copa Davis en medio de la tormenta? El equipo gana en chances cuando tiene mejores jugadores, pero éstos pujan con sus vicios de estrellas mientras que crece también el negocio, lo que abre disputas políticas y comerciales de mayor volumen. Es decir: cuanto más hay en juego, menos se juega. Y eso fue lo que sucedió este fin de semana en Mar del Plata. Tan poco se habló antes del juego que Argentina, aún sabiendo la precaria condición física de Del Potro, no supo preparar un plan B y dejó librado a un José Acasuso lejísimo de su mejor forma para que jugara él mismo el punto decisivo de la serie. Sólo la derrota abre paso a las miserias: ¿hizo falta que Del Potro perdiera el viernes ante Feliciano López para saber que llegaba en pésimas condiciones físicas al máximo sueño del tenis nacional? ¿Hizo falta también la derrota final para saber que Nalbandian exigió un dinero extra, pero que sus compañeros no acompañaron el reclamo? La misma irresponsable tevé de cable que hace menos de dos años dio por muerto a Diego Maradona abrió la polémica final al asegurar que Nalbandian y Calleri se habían peleado en el vestuario. Si todos saben que esa pantalla es la misma que habla de platos voladores, enanos depredadores y otras noticias de comprobación imposible, ¿por qué entonces se hicieron eco del rumor hasta los periodistas argentinos de mayor recorrido en el tenis internacional? Simple: porque era tal el caos que invadía al equipo que todo parecía ser posible. Es cierto, mucho más por errores propios que por aciertos del rival se perdió una oportunidad histórica, con estadio y piso elegidos, público a favor, dos top ten y un rival debilitado por la baja de su número uno y la forma baja del número dos, al punto que se llevó el trofeo sólo gracias a sus dos doblistas, una formación a la que, paradójicamente, Argentina insiste en despreciar. La prensa, mal o bien, busca ahora informar lo que antes omitió, que la supuestamente unida "legión argentina" atravesaba una interna infernal de egos y dineros, pero la gente, según se advierte en muchos blogs de la web, toma mayoritariamente dos clases de actitudes: unos insultan a los ídolos que antes vivaban y otros se enfurecen con los periodistas por contar esas miserias. Nalbandian y Del Potro tienen todavía años de tenis y la Copa Davis seguirá su curso. No está mal que se saquen los trapitos sucios y que cada uno se haga cargo de lo suyo, para evitar que la historia siga repitiéndose como si nada y para que la próxima Copa Davis nos encuentre tal vez con menos ínfulas patrióticas pero sí con mayor sentido del profesionalismo. | ||
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