SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La Cámara Segunda del Crimen absolvió por el delito de homicidio a un joven boxeador de Ingeniero Jacobacci que apuñaló a un hombre a la salida de un local nocturno, entendiendo que actuó dentro de los límites de la legítima defensa.
El fiscal Enrique Sánchez Gavier había pedido que lo condenen a tres años de prisión en suspenso por exceso en la defensa, porque se comprobó que el hombre que apuñaló estaba desarmado, y aunque la víctima estaba considerado como pendenciero, la calidad de boxeador del imputado podría haberlo llevado a calmar a la víctima de otra manera.
El hecho que le imputan a Segundo Antonio Currufil, de 24 años, se produjo en la madrugada del último 28 de julio, poco antes de las 4, cuando se encontró en la calle Manuel Gálvez con Néstor Ariel Aranda y le aplicó varios puntazos, que le ocasionaron la muerte cuando lo trasladaban hacia Roca.
De acuerdo a los dichos del imputado, quien reconoció la autoría del homicidio, el hecho se produjo en la vía pública y sin presencia de testigos, luego de que ambos protagonistas mantuvieran algunos roces en un local nocturno de aquella localidad. "Él me estaba esperando en la oscuridad y me atropelló", declaró Currufil, y trató de justificarse asegurando que experimentó una sensación de temor, motivada en que hace algún tiempo la víctima había apuñalado a su hermano. También recordó que "después fui a la comisaría, les dije que le había pegado a Aranda y entregué el cuchillo", y que esa madrugada estaba sobrio porque no había tomado nada de alcohol.
El fiscal Sánchez Gavier valoró que los testigos, en su mayoría, apoyaran la versión del acusado respecto de las características de la víctima, y también el testimonio del policía Nelson Barreto, quien declaró que "dos por tres Aranda caía detenido por contravenciones, se pasaba de copas en los bares y provocaba peleas o disturbios porque era muy agresivo". El encargado del local nocturno y sus propietarios también señalaron que la víctima provocaba problemas cuando se embriagaba, y un amigo de Aranda reconoció que "le gustaba el quilombo".
En su voto, el juez César Lanfranchi consideró probada la existencia del antecedente que afectó a un hermano de Currufil, y que su carácter pendenciero y la ebriedad de Aranda potenciaban su agresividad. Al proponer la absolución, criticó el alegato del fiscal y argumentó que "si se le cree que él creyó que sería atacado con arma y respondió con otra similar, el mismo dato no puede ser usado para considerar que la respuesta es desproporcionada".