Lunes 24 de Noviembre de 2008 Edicion impresa pag. 32 > Cultura y Espectaculos
La letra de Onetti, según Vargas Llosa
Su obra "es una alegoría del fracaso latino". Eso dice en "El viaje a la ficción", su nuevo libro.

Madrid dpa) - Al escritor uruguayo Juan Carlos Onetti no le hubiera gustado nada oír decir que su obra es una gran metáfora del fracaso de América Latina en el siglo XX. Pero ése es uno de los análisis que hace el peruano Mario Vargas Llosa en su ensayo: "El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti", presentado en Madrid.

"Su obra es una obra de la frustración. Todos los personajes son frustrados. Nunca pueden materializar sus sueños, sus anhelos. La empresa de vivir está condenada al fracaso. (...) El pesimismo del mundo de Onetti, ¿no es acaso el del mundo en que nacimos y vivimos como latinoamericanos? ¿No es ése el continente en el que fracasaban una y otra vez todos los intentos de democratización?", se preguntó.

Onetti, que pasó los últimos cinco años de su vida casi sin salir de la cama, nació en 1909 cuando Argentina y Uruguay eran países prósperos y modernos. Pero cuando comienza a escribir empezó el deterioro, explicó el peruano. Por eso, "aunque él despreciara la política, todo eso lo contaminó inconscientemente a la hora de fantasear. Su obra se puede leer como una gran alegoría del fracaso de América latina.

Todo eso le da una cierta representatividad histórica y social". Pero el aspecto que Vargas Llosa (Arequipa, 1936) destaca por encima de todos en su libro es la recurrencia en la obra de Onetti de una determinada situación: un hombre o una mujer viven una gran tensión económica, sentimental y psicológica que los lleva al borde del abismo. Entonces, se fugan hacia un mundo imaginario. Vargas Llosa escribe: "Acaso en ningún otro autor moderno aparezca con tanta fuerza y originalidad como en las novelas y los cuentos de Onetti, una obra que, sin exagerar demasiado, podríamos decir está casi íntegramente concebida para mostrar la sutil y frondosa manera cómo, junto a la vida verdadera, los seres humanos hemos venido construyendo una vida paralela, de palabras e imágenes tan mentirosas como persuasivas, donde ir a refugiarnos para escapar de los desastres y limitaciones que a nuestra libertad y a nuestros sueños opone la vida tal como es".

En ese sentido, para el peruano lo que está clarísimo es que Onetti, fallecido en 1994, fue el primer escritor latinoamericano moderno. "La vida breve" es la primera novela moderna en castellano, afirmó el eterno candidato al Nobel, autor de "La guerra del fin del mundo" o "La fiesta del Chivo", entre tantas otras obras.

Vargas Llosa explicó que la idea de este ensayo surgió a partir de un curso sobre el autor de "El astillero" que dio en 2006 en la Universidad de Georgetown. "Entonces hice una lectura sistemática de su obra y entendí que los cuentos y las novelas se enriquecen recíprocamente. Uno los lee como parte de un todo. Su obra tiene una unidad muy estrecha, un denominador común".

"Su obra va creciendo en profundidad pero siempre en la misma dirección. Crea un mundo propio, como si hubiera sido programada desde el principio", añadió. "Un mundo original en el que no nos sentimos apartados, sino integrados. Onetti incluye los hechos imaginarios como una dimensión de la realidad vivida". Vargas Llosa recordó su descubrimiento del uruguayo en los años 60: "Hay gran destreza y modernidad en sus cuentos. Con él no me ocurrió lo que me ocurría con otros latinoamericanos, que de repente se rompía el hechizo por una impericia formal. Había en él una gran seguridad".

Destacó del escritor sobre todo su habilidad para alejarse de lo artificioso o lo literario "en el peor sentido de la palabra", como ocurría con otra literatura latinoamericana de los años 60. "Cuando aparecen los primeros libros de Onetti, la literatura latinoamericana era muy provinciana, marcada por el regionalismo, el folklore, el costumbrismo, con la excepción de Borges. Los escritores no tenían conciencia de la importancia de la forma, de la técnica". "Onetti, en cambio, desde su primera novela en 1939 no sólo tiene conciencia de la importancia de mantener una coherencia para que no parezca artificial, sino que escribe en un lenguaje que parece oral", señaló.

"Desde entonces, estoy convencido de que es uno de los grandes escritores de nuestra lengua. Un escritor que aprovechó a los grandes renovadores como Proust, Faulkner, Joyce y Celine, que por primera vez fueron leídos con tanto provecho por un escritor latinoamericano", añadió.

El peruano relató que le interesa especialmente entender el proceso a partir del cual nace una ficción. A partir de esa curiosidad, surgieron ensayos suyos como "García Márquez, historia de un deicidio" o "La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary". "Me fascina cómo la experiencia vivida, los recuerdos, la memoria, motivan al escritor a fantasear una historia, qué factores intervienen y cómo se independiza la obra del autor y pasa con el tiempo a decir tantas cosas diferentes a tantos lectores diferentes. Esa perennidad de las grandes obras literarias es un gran misterio".

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