Egresada del Instituto Vocacional de Arte, del Taller de Teatro de Agustín Arezzo y de la Universidad del Cine, Paula Hernández trabaja en la industria cinematográfica desde 1989. Su última película, “Lluvia”, protagonizada por Valeria Bertucelli y Héctor Alterio, recibió el premio especial del jurado y Bertucelli, el Colón de Plata a la mejor actriz en el festival de Huelva.
Hernández escribió el guión, dirigió y produjo su primer largometraje, “Herencia”. Siete años después volvió con “Lluvia”, de cuyo guión también es autora. En el medio filmó los documentales “Familia Lugones”, como directora y co-guionista; el capítulo 7 de “Vientos de Agua”, la miniseri de Juan José Campanella, y “Eva”, para el ciclo de cortos “Mujeres en Rojo” de Unilever, WT y Telefé. Antes había hecho “Rojo” y “Kilómetro 22”.
“Para mí –explica Hernández– fue un lanzamiento demasiado grande para lo que es ‘Lluvia’. O sea, me encantó y a los productores también, pero en el mercado hoy, con la cantidad de películas que se estrenan por semana, salir con veinticuatro salas, no sé si soporta este tipo de filmes. No es la de (Daniel) Burman (“El nido vacío”), un estilo de cine más abierto, quizá. Yo dudé un poco con la cantidad de copias y cuando vi los números de Lucía (Cedrón, con “Cordero de Dios”) dije ‘Debería haber sido más chico mi lanzamiento’.
–Para que perdurara, incluso.
–Exacto. Es muy difícil el tema de la media. Entrás en un complejo, te meten en una sala grande, no cubrís la mitad con espectadores y fuiste. Ese lugar es muy ingrato, no deja que la película haga su recorrido natural, que pase por la aceptación o rechazo de la gente.
–Cuando la vi pasaba la media, pero con gente de cuarentapara arriba.
–También hay un problema de educación, de cómo formar un espectador. Cuanto más joven es, salvo que se dedique al arte o al cine, que particularmente le interese, no hay una política cultural para formarlo que venga desde la escuela. Los países que tienen una cultura cinematográfica desarrollan de un modo muy distinto la educación en este sentido.
–¿Qué otro saldo te dejó “Lluvia”?
–Estoy en un momento extraño, de decantación. Hace seis meses que se estrenó y he pasado por estados bien distintos desde que la escribí, traté de hacerla, la hice, la terminé, se estrenó y se desprende de mí. Estoy muy contenta; desde lo personal y desde mi trabajo como directora, fue un crecimiento enorme. Una decisión muy clara de despegarme de “Herencia” –pero no por una cuestión de gusto–, que filmé para ver cómo se cuenta una historia en más tiempo que diez, quince o veinte minutos que había rodado hasta entonces. Con “Lluvia” busqué contar desde un punto de vista, una mirada personal, un lenguaje que se relacionara no sólo con la trama sino con el modo visual en que se relataba. Ese trabajo fue fruto de una decisión clara. Centrar la película en dos personajes tenía un cierto riesgo, un desafío; para todo lo demás había un fuera de campo, desde el sonido a la imagen.
–Fuera de foco…
–Constantes mjmm. Resultado de un largo proceso de búsqueda. Yo saco fotos y mientras escribía el guión, sacaba y sacaba intentando ver cómo los dos personajes, en un momento desenfocado de sus vidas, se encuentran. Comencé a fotografiar aguas, vi-drios mojados, gente fuera defoco; me compré libros de fotos. Estudiaba ese lenguaje entre el desarrollo del guión y el trabajo visual que necesitaba para “Lluvia”. Fue una maduración que llevó tiempo. La veo hoy e, independientemente de lo que pasó con ella, desde mi trabajo como directora, la siento un aprendizaje, un importante crecimiento. Además, decidí contar una historia mucho más personal que las anteriores.
–Más comprometida con vos.
–Sí, más, y con reconocer ciertos estados, sentimientos, determinados momentos de la vida que atraviesan. Ésos que están en la película.
–Algunas transiciones, por ejemplo, yéndote de una situación al fuera de foco y saliendo de él hacia otra, en un empalme imperceptible, fueron decisión tuya, de la edición, del director de fotografía?
–La película es bastante fiel al guión. Hay muchas cosas en imágenes que ya estaban planteadas allí. Las escenas iniciales del embotellamiento del tránsito ya estaban pensadas, dibujadas y adaptadas a la situación. Todos los exteriores de lluvia. La película tenía un riesgo, es muy íntima.
–Contada en espacios reducidos.
–Sí, y para armar eso había ciento treinta personas por todos lados, una estructura enorme trabajando alrededor, que requiere de una base bien técnica y específica un anclaje, un dibujo, unaplanta, una organización importante. Las transiciones estuvieron planteadas así, volaron muy pocas cosas de la idea inicial, algunas se resignificaron o cambiaron de lugar. Para mí era importantecontar los momentos en que (Alma y Roberto) estaban juntos y cuando se separaban, y las transiciones se relacionan con cómo ellos van digiriendo lo que les ocurría en contacto con el otr y con su propio interior.
–Te vinculaste con el guión por más de tres años, con los actores y el rodaje, y al estrenarla ese mundo de vínculos se diluyó.
–A lo largo de todo el proceso pasé por estados de mucha soledad y de mucha compañía. La escritura es solitaria, luego estás rodeado de gente cuando la película arranca; día y noche. Después sigue un estado más pequeño con el tratamiento del sonido y el montaje; de nuevo gente con el lanzamiento y la exposición pública. Y ahora es el tiempo del desprendimiento, de acompañarla si va a festivales o hacer algún circuito, pero es extraño. El vacío fuerte es ahora. “Lluvia” está ahí, ya no tiene que ver conmigo. No hay posibilidadesde modificarle nada. Es lo que es y es de los demás, también. Es un momento duro donde me siento expuesta, vulnerable; hay cosas que me encantan y otras que duelen. Necesito bancarme el vacío y dejar que la película se aleje.