Jorge Sobisch declaró alguna vez que su campaña se financiaba con aportes "voluntarios" de funcionarios de su administración que recaudaba la Fundación para el Desarrollo Patagónico y Argentino (Fundepa), que el propio ex gobernador presidía.
Pero, fuera del funcionariado, también hubo aportes. Gruesos y agradecidos aportes.
La definición de Sobisch que ganó más celebridad fue la que priorizó al corrupto sobre el pelotudo. No quiso decir, por cierto, que él se hubiera rodeado de corruptos sino que, forzado a elegir, preferiría al corrupto. Desechó, por supuesto, que se pudiera ser uno y otro a la vez, pero dejó abierta la invitación a reflexionar respecto de que el funcionario público que no es corrupto, es un pelotudo.
Hubo, sin embargo, otra definición, alusiva a los créditos del Iadep que la oposición cuestionaba. Algo molesto, replicó con lo siguiente: "Yo doy los créditos, y si son para los amigos, mejor"
En realidad, no tendría que haber sido Sobisch quien diera los créditos sino el directorio del IADEP, que es un organismo autárquico.
Pero si quien era el gobernador dice que ha sido él, no hay motivo alguno, en este caso, para no creerle. Porque, además, algunos beneficiarios de esos créditos fueron para amigos suyos. O amigos del poder que Sobisch ejerció durante doce años.
Esos amigos supieron dar muestra de su agradecimiento con sus aportes. La Inversora S.A., de Julio Viola, por ejemplo, aportó 390.000 pesos; Rubén Patritti, ex director de exploración y explotación de YPF para América Latina y amigo, 375.000 pesos; una sociedad Proideas, 395.000 pesos.
Lo llamativo es que estos y muchos otros aportes que figuran en los registros de la Cámara Nacional Electoral superan los 10.000 pesos fueron hechos en efectivo. Ese es el tope actual puesto por el Banco Central para los pagos en efectivo prohibidos por la ley llamado "antievasión". Como el nombre lo indica, la prohibición tiene por objeto frenar la evasión impositiva. También el lavado de dinero.