| ||
Científicos revelan cómo era el mar jurásico neuquino | ||
Tenía conexión con el Pacífico, protegido por islas donde ahora están los Andes. Era un lugar de parición de los reptiles marinos y nido de grandes predadores. | ||
NEUQUÉN (AN).- En una determinada época del año, los monstruos del océano Pacífico llegaban a la Cuenca NEUQUÉN y cumplían con su ciclo biológico: parían, vivían y -también- se comían los unos a los otros. En ese mundo jurásico de bestias imposibles no había cordillera de los Andes, pero sí algunas barreras mínimas -como pequeñas islas- que protegían a un enorme golfo de aguas más o menos mansas que, por entonces, cubrían una parte de la provincia de Neuquén, el sur de Mendoza y un retazo de Río Negro. Hace 150 millones de años, la Cuenca Neuquina -hoy generosa proveedora de hidrocarburos- era una suerte de remanso donde se renovaba la vida, algo así como el equivalente a la Península Valdés. Pero en vez de ballenas llegaban aquí plesiosaurios, ictiosaurios, mussasaurus y hasta un temible dakosaurus, rea bautizado Godzilla, cuerpo de cocodrilo y cabeza de dinosaurio. "Los geólogos especializados en petróleo habían establecido que la Cuenca Neuquina era cerrada, como un mar muerto. Eso no puede funcionar. Para nosotros la Cuenca Neuquina era un lugar protegido y la barrera eran pequeñas islas que estaban en el lugar donde hoy están los Andes", afirma Zulma Brandoni de Gasparini, la máxima especialista en fósiles marinos de nuestro país y referente internacional. La paleontóloga del museo de Ciencias Naturales de la Universidad de La Plata estudia los mares jurásicos desde la década del 70. Ella o a partir de ella se ha conformado un equipo de profesionales que puso la lupa sobre la cuenca y ha participado del rescate de la mayoría de las bestias jurásicas que vivían en ese mar neuquino. A partir de los muchos fósiles de reptiles marinos que se han rescatado aquí en diversas campañas, el mar jurásico de Neuquén comenzó a llenarse de bichos. Las investigaciones han recibido múltiples aportes. Desde la Universidad de La Plata hasta el museo Olsacher de Zapala, la dirección de Minería de la provincia, la vieja YPF, los puesteros de tierra adentro y la prestigiosa revista National Geographic. Los resultados de tanto esfuerzo dieron resultado. "Hasta hace algunos años, una de las teorías más difundidas era que en el hemisferio sur, la fauna marina no había alcanzado la misma diversidad que en el norte. Hemos encontrado fósiles de todo tipo de reptiles marinos. Tenemos identificados ejemplares de una gran variedad morfológica", agrega Marta Fernández, también paleontóloga platense, discípula primero y ahora colega y colaboradora de Gasparini. Resulta curioso el trabajo de las paleontólogas: descubrir monstruos extintos en mares que ya no existen. Sentadas en el café del Museo Nacional de Bellas Artes explican que cada animal renueva la fascinación. Y para eso, no hay límites. Gasparini y Fernández son las "dueñas" del particular engolfamiento con conexión al Pacífico. "En el golfo San Jorge, hay una época en la cual van las ballenas, y van a parir. Aquí pasaba lo mismo. A estos animales les era imposible poner huevos, tenían aquí a la cría viva. Está claro: no podían tenerla en medio del Pacífico, tenían que hacerlo en un área protegida. Entonces, estaban los que parían y estaban seguramente los que esperaban el alimento. Este modelo funciona mucho mejor que ese mar muerto que proponían los geólogos", describe Gasparini. La mujer de los mares jurásicos es bióloga y explica con lujo de detalle qué sabe y que imagina sobre cada una de las criaturas. Hace un par de años, Gasparini sorprendió al mundo con la presentación de dakosaurus andieniensis-Godzilla-, una de las criaturas más increíbles de la fauna fósil planetaria. La imagen de la bestia fue recreada en una tapa de la edición internacional de National Geographic.
Rodolfo Chávez | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||