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Los Piojos, hechiceros de su Civilización | ||
NEUQUÉN (AN).- Después de varias noches de recitales al palo, de insólitas personalidades en remera y de pogos en cueros, uno cree haber encontrado la fórmula mágica de ese misterioso ritual, iniciado entre roqueros y fanáticos. Existen códigos que nunca se rompen, mensajes cifrados de una selecta minoría, comunciación sin palabras. Por aquí pasaron, La Renga, La Bersuit, Divididos; hasta Callejeros cargó su rito hasta Neuquén. Uno, poco entendido en estos menesteres, espectador de lujo y de afuera, aprende a comulgar con el rock conviviendo unas horas en ese templo de estruendo y descontrol adrenalínicos. Hasta que uno sale nuevamente a la noche calma y cree entender lo que pasó adentro. Pero ver Los Piojos por primera vez y todo vuelve al origen del misterio. Ciro Martínez y su banda estuvieron la noche del jueves en un Ruca Che donde no cabía un alma más. Seis mil personas asistieron por segunda vez en once meses a escuchar Civilización". El mismo recital, los mismos temas, el mismo saludo, la misma banda salvo por el nuevo guitarrista. ¿A qué dioses invocan? ¿Qué hechiceros convocan para que encantar a sus seguidores? ¿Cuál es la fórmula para llenar un monstruo como el Ruca Che sin innvociones? Fidelidad fanática, rock del mejor, calidad en la música y premoniciones en las letras, todas pueden ser respuesta. Pero lo único cierto es que Los Piojos vinieron con perfil bajo y "la rompieron". Pese al insoportable calor que cortaba la respiración dentro del estadio, el ánimo de los fieles no decayó en ningún momento. No se tomaron ni un segundo para ir a tomar agua. "¿Cuantos reincidentes a este show hay hoy?" preguntó Ciro. Todos. ¿La fórmula? Dos palabras: Los Piojos. Nada más. | ||
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