Una simple discusión entre su mujer María de los Angeles y una vecina, en medio de un paraje lejano de las afueras de la capital tucumana, alteró la tranquilidad en la que el ex comisario Mario "Malevo" Ferreyra vivía pese a que era un prófugo de la Justicia. El entredicho lo envalentonó tanto que, junto a varios de sus hombres, golpeó a la mujer y le incendió la casa, sólo separada por un alambrado de la suya.
La vecina denunció la agresión a la policía y así volvió a aparecer la figura del "Malevo" Ferreyra, hombre fuerte de la provincia durante los primeros años de los ´90, condenado a cadena perpetua por el homicidio de tres personas.
Sus patillas blancas, el bigote negro al tono de la camisa y el sombrero panamá que utilizaba día y noche, habían pasado a la fama nacional en 1991, cuando en otro paraje, ubicado en el límite entre Tucumán y Salta, detuvo y asesinó a balazos a José Menéndez, Ricardo Andrada y Hugo Vera.
El entonces jefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía tucumana adujo que había sido un enfrentamiento, pero dos años después la Justicia consideró que las pruebas obtenidas eran suficientes para sentenciarlo a la pena de cadena perpetua. No toleró la decisión del tribunal, y en la misma alcaidía de los tribunales de San Miguel se refugió armado con revólveres, escopetas y granadas junto a dos de sus ayudantes, el ex comisario José Sotelo y el ex cabo José Vairreti.
Los tres consiguieron salir entre decenas de policías que lo observaban como un mito en la provincia que había gobernado Antonio Domingo Bussi, primero en dictadura y después en democracia. Ferreyra fue encontrado 79 días después en un rancho ubicado en el pueblo Zorro Muerto, donde vivía junto a su joven mujer María de los Angeles.
La condena a cadena perpetua fue reducida por Bussi a 20 años, primero, y luego a 18 entre el ´96 y el ´97, lo que le permitió obtener la libertad condicional en 2002, once años después del triple homicidio.
Los tucumanos lo consideraron por años el segundo hombre más poderoso y violento de la zona después de Bussi, quien fue condenado a prisión domiciliaria por crímenes de lesa humanidad.