Una luz de alarma (y van...) se prendió en dependencias K cuando Elisa Carrió, una dirigente que se arrogaba el derecho de decir con-éste-sí-con-éste-no, ingresó a la sede del comité nacional de la Unión Cívica Radical para avanzar en un acuerdo electoral bajo el lema de que no habrá chances en el 2011 sin pisar fuerte en el 2009.
Haciendo gala de un deficiente estilo de comunicación y de formas odiosas, el gobierno -en sintonía con la desaprobación inicial por escrito de Raúl Alfonsín- se apuró en descalificar el encuentro Carrió-Gerardo Morales, comparándolo con "la patética" alianza que llevó al país al desastre en el 2001.
Hasta aquí histérica y personalista, igual que el oficialismo, la oposición no consiguió articular una alternativa de recambio democrático. Por eso la decisión de "Lilita" de transitar un camino de partido a partido, a pesar del disgusto del alfonsinismo histórico que prefería privilegiar al vice Julio Cobos (por estos días a cargo de la Presidencia por ausencia de Cristina Fernández), abrió un sendero de articulación orgánica que alentó a la vez a lanzarse a la piscina nacional en el 2009 a Mauricio Macri.
Es cierto que la alianza entre Fernando de la Rúa y "Chacho" Álvarez fracasó en la gestión. Pero también es verdad que sirvió para derrotar en 1999 a la fórmula peronista Eduardo Duhalde-Ramón Ortega.
A tres años de la renovación presidencial, la semilla que pusieron Carrió y Morales podría traducirse en coincidencias ideológicas y programáticas. Y luego prender y captar adherentes, como los socialistas de Hermes Binner y, por qué no, de seguidores de Cobos, quien no está dispuesto a renunciar y sí empeñado en proyectarse por fuera del kirchnerismo, sostenido en la popularidad que le dio el voto no positivo por las retenciones móviles.
"Su imagen positiva es del 60%, más que todos los radicales juntos. El dedo de Cobos será influyente en el armado de listas a diputados y senadores", reconoció un dirigente K de trató con el ex ministro, hoy operador político del vicepresidente. En las sombras, como le sienta mejor.
Hay dificultades manifiestas. En la reciente votación en Diputados, los socialistas se pronunciaron en general a favor del proyecto del Ejecutivo para reestatizar las jubilaciones. Los radicales se dividieron y Carrió directamente se pronunció en contra de "la banda de ladrones".
Sin embargo, el germen de un entendimiento podría hacer surgir a la UCR, con estructuras más sólidas en las provincias que la Coalición Cívica. A priori, la hipotética armazón tiene solidez en la capital federal, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Mendoza. Y habrá que ver cómo nivela el poderío de los intendentes peronis-tas del conurbano, llevando como estandarte en la provincia de Bue-nos Aires a Margarita Stolbizer.
Carrió cautiva a muchos radicales. Entre ellos, el vicegobernador de Río Negro, Juan Bautista Mendioroz, quien fue a verla a su departamento de la avenida Santa Fe de esta capital luego de que el mandatario Miguel Saiz embistiera contra "Lilita". Ignorado, desorientado, el ex gobernador Felipe Solá se dispone anunciar por su lado esta semana la salida del bloque del Frente para la Victoria, junto con otros siete diputados. La excusa final será la obstinación K por defender a capa y espada la prórroga de la emergencia económica y el impuesto al cheque, tal como están funcionando hasta ahora.
Solá está en permanente contacto con Cobos. Conversa, mínimo, una vez por semana con Duhalde y también dialoga con Macri. Habrá que seguir de cerca la evolución de estos coqueteos en un mundo en crisis, donde se incendian los viejos paradigmas de izquierda y derecha en la hoguera de la globalización.
En el país ya se sienten, aún mitigados, los efectos de la recesión internacional. La CGT de Hugo Moyano, afectada por un fallo de la Corte Suprema de Justicia que avanzó en la libertad sindical en contra del modelo peronista de sindicato único, hace malabares ante el incipiente movimiento de suspensiones y despidos.
Hasta aquí se los considera casos puntuales, y el ex presidente Néstor Kirchner hizo hincapié en la responsabilidad del gobierno y la dirigencia obrera y empresaria.
Moyano es como un perro que ladra hasta que le tiran un hueso. A la sentencia de la Corte siguió el pedido de un gesto político a través del Congreso y un premio: Hugo Rinaldi, un abogado declaradamente moyanista, fue designado en la Superintendencia de Seguridad Social en reemplazo de Héctor Capaccioli, quien renunció luego de que la ministra Graciela Ocaña lo pusiera en la lista de los "yabranes".
Arnaldo Paganetti
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