Saiz, ingenuamente, está ocupado en la revancha de lo que pudo ser pero no fue. El resto del oficialismo, preocupado, actuó en defensa propia.
El gobernador se quedó en el pleito de los alimentos preelaborados. También se aferra al futuro de una Concertación K que ya no existe.
Hay un nuevo universo. Su gobierno construye otro plan alimentario y, poco a poco, trabaja en un canal con la Defensoría del Pueblo.
El radicalismo acordó con el Comité Central y transita hacia un rol opositor a la gestión kirchnerista. El mandatario relativiza esa posición, pero lo desmiente el texto del acuerdo.
Era previsible. En Río Negro, radicalismo y poder son casi sinónimos y sus históricos partícipes saben de sus reglas, beneficios y riesgos. Inquieta, esa dirigencia impone otra marcha, arrastrando -por ahora- al gobernador.
Saiz sufre el desenlace que eyectó a Flavors de la relación con el Estado provincial. Se sumergió en el estudio de cualidades nutricionales e incluso dedicó varias horas de su último viaje a Capital Federal a intercambiar opiniones técnicas con el Inal. Sus charlas se concentran en esa problemática.
¿Para qué? ¿De qué sirve ahora? Acumula motivos para revertir conclusiones de un hecho que es historia en el gobierno.
"A ésta la voy a ganar", replica. Reduce la cuestión a un desquite personal.
Hay dudas y afirmaciones suyas válidas, pero llegan tarde. Este combate ya se parece a una leyenda bíblica. Perdió el sentido de la proporcionalidad.
Sus allegados admiten esta obsesión y la explican en su reacción por el impacto social del conflicto Flavors. Tienen razón. Recientes encuestas marcan una caída notable de su imagen.
Hurga en ese pasado reciente mientras sus ministros confeccionan el esquema de reemplazo alimentario. Educación se sorprendió cuando devolvieron el manejo de los comedores a su órbita estatal. Los municipios asumieron su operatividad. Barbeito se los adelantó a los intendentes del PJ y el martes se los ofrecerá a los radicales. Familia retendrá el plan Comer en Familia, que sufrirá una fuerte revisión.
Otro suceso relegó a Saiz. Preocupado por la inacción, el ministro Rodríguez invitó al diálogo a la defensora. Poco importa si lo sabía, pero el convite formal incomodó al gobernador. Rodríguez y Ana Piccinini se reunirán esta semana y delinearán un temario pensando en la participación del mandatario. Esta cumbre parece hoy inviable. Antes, el vicegobernador Mendioroz y Barbeito llevaron igual alternativa. Saiz la desechó. No quiere prestarse a un escenario "mediático" que él cuestiona. En cambio, sus funcionarios -como Barbeito, Rodríguez y Verani- protegen ese canal. Un muestrario de contradicciones.
Inerte, el virtual gobierno de los ministros persigue razones para despabilarse. Un motivo olvidado: las licitaciones de las obras del crédito del BID para Educación están atrasadas. La presidenta no firmó aún el decreto del acuerdo. Parecía que este programa de extensión de escuelas con "jornadas extendida" era prioridad gubernamental. No fue así.
El acuerdo de normalización de los radicales K con el Comité Central de la UCR es otra salida ajena a la expedición gubernamental. Saiz descreía de la negociación porque confiaba en que la Justicia revocaría la intervención en Río Negro, como ocurrió en otros distritos. Advertía que cualquier arreglo lo dejaría solo en el peor espacio: mantener su fidelidad K en un partido opositor. Su premonición se cumplió.
No hubo consultas a Saiz en las cuatro horas de la transacción y su representante, Jorge Pascual, firmó el acuerdo cuando descubrió que los otros rionegrinos convalidaban la trama principal: la aceptación opositora al gobierno K. Sobraron cruces, pero finalmente la discusión se encarriló. Un riesgo emergió cuando el interventor Juan Moure pidió a los rionegrinos cobrar los gastos que no lograron recuperar por falta de aportes dirigenciales. Pascual se negó y Verani medió con una promesa mudable. En la reunión el senador fue esencial para controlar al intransigente Pascual, la visión más auténtica de Saiz.
El texto del acuerdo ciertamente puede ofrecer un atajo a la estrategia K cuando abre el camino para garantizar la gobernabilidad provincial. Ese artículo propone interpretaciones adversas.
La redacción restante no ofrece dudas. Establece el respeto al objetivo de la UCR nacional en la conformación de una "alternativa" al kirchnerismo y, además, exige que los legisladores nacionales se incorporen al bloque radical. ¿Qué poder de maniobra tendrá Saiz para sostener su Concertación si los parlamentarios -hoy, sólo Cuevas- se suman a la bancada radical? Ninguna.
El gobernador nuevamente quedó atenazado. ¿Respetará ese compromiso ajeno?
Difícil. Esta opción la introdujo en la reunión el mandamás radical Gerardo Morales. Habrá otra intervención si no respetan la candidatura del 2009 de un radical que se oponga al kirchnerismo, advirtió.
La lista de unidad estará encabezada por Pascual para presidir la UCR. Un tercio de la futura integración de los órganos partidarios está garantizado a los orgánicos. El resto de los espacios abonará la otra interna. Verani, Mendioroz, Sartor, Ferreira y Cascón tienen expectativas para los propios.
La postulación a diputados quedará para más adelante. Hay indicios. "Se va Hugo Cuevas, entonces será alguien mío", expresa Saiz. Hay que bucearlo en Bariloche. Hay otro dato recuperado: el compromiso a Hugo Castañón para esa candidatura en ocasión del acuerdo que concluyó con la postulación barilochense de Marcelo Cascón. Esa acta cayó en el olvido pero el gobernador la desempolvó. Desde el gobierno además alientan a los ministros Barbeito y Verani.
El radicalismo nacional -según lo que Morales adelantó a los rionegrinos- tiene un destino claro: alianza opositora con el vicepresidente Julio Cobos, la Coalición Cívica de Elisa Carrió y Margarita Stolbizer, Ricardo López Murphy, el socialista Hermes Binner y el cordobés Luis Juez. Verani suscribe -sin reparos- a esta idea. Mendioroz diseña su proyecto al lado de Carrió, computando varios encuentros con la líder del ARI. El último se concretó hace una semana.
La dirigencia radical y el gobierno parecen menos paralizados a la espera de las definiciones de Saiz. Algunas se generan a pesar de su voluntad. ¿La ida de Pega será el nuevo suceso de ese mundo impuesto? Nadie lo puede garantizar en esta política de tantas extrañezas y paradojas.
ADRIÁN PECOLLO
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