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El mundo en dos ruedas chinas | ||
La motocicletas se han transformado en un boom alimentado por la crisis. De origen chino en su mayoría, sus precios oscilan entre los 4 mil y los 12 mil pesos. Valores muy accesibles para todos. Además las concesionarias ofrecen facilidades crediticias que no existen para otros productos, como es el caso de las bicicletas en algunos comercios. "Río Negro" profundizó en el fenómeno, conversó con comerciantes y con flamantes motoqueros en la región. | ||
El aviso gráfico es concluyente: "Bajá del cole y subí a tu moto". Hay otros que evidentemente tampoco necesitan un manual de uso para entenderlos: "Tenés tu DNI, tenés tu moto", o bien, "Elegí cómo pagarla". Las frases publicitarias saltan a la vista de entre los clasificados del "Río Negro", revelando sin maquillaje un fenómeno social en plena ebullición. Las motocicletas en sus más diversas variedades se han transformado en el Fiat 600 del siglo XXI. En el vehículo del asalariado. A lo largo del año, con crisis y todo, e incluso con el empuje que la crisis proporciona en estos casos, alrededor de 800 mil motocicletas terminarán siendo vendidas en la Argentina. En tiempos en que el dinero escasea, las empresas automotrices no tienen modelos económicos dentro de sus líneas (un automóvil familiar no baja de los 40 mil pesos) y los bancos se muestran reacios al crédito y mucho más a tasa fija y en pesos, la motocicleta aparece en el horizonte como una solución hecha a la medida de los problemas que la sociedad se presenta. Es accesible en precio, el crédito para llevarse una 0 km exige mínimas condiciones -DNI y un servicio- y está pautado en cuotas fijas y en pesos, y finalmente el producto resulta tan dúctil como una bicicleta sólo que con menos esfuerzo puede llevarte lejos y rápido. A veces demasiado rápido, los accidentes de tránsito en moticicleta han crecido de manera preocupante en los últimos años. Todos aquellos que hoy no tienen la posibilidad de acceder en otra época (hace miles de años luz) llamado el primer auto, cero lustroso y con aromita a impecable, ahora sí pueden estar seguros de que los espera su primera moto. Aquí es donde acaba el eslogan publicitario. Es que no puede tomarse este cambio de paradigma a la hora de elegir movilidad como una evolución, más bien gráfica uno de los tantos rostros de la crisis. Yolanda, empleada doméstica, se compró una Zanella hace unos meses. Antes de eso recorría el trecho entre su casa y su trabajo, unas 25 cuadras, en bicicleta. Hasta que aparecieron los créditos y las cuotas fijas. "Ahora no me canso, entre el trabajo y la bicicleta no daba más", explica, aunque recuerda con nostalgia la época en que el Ford Falcon de su marido, ya fallecido, aún funcionaba. Su Falcon que era sinónimo de vacaciones y salidas al río, ahora descansa en un patio esperando tiempos mejores para pagar los repuestos y el arreglo. El boom de las motocicletas de baja cilindrada es un hecho reciente. Porque si bien en el país se comercializan motocicletas desde la década del 50 -los primeros fabricantes fueron Gilera, Puma y Zanella- no fue hasta que se abrió la exportación de los modelos chinos, que éstas se volvieron una plaga. Convengamos que la tradición marca que una moto jamás alcanzó en el pasado la categoría de segundo auto. Su función estaba vinculada a los momentos de placer y esparcimiento, actividades que la emparentaban con el uso de la bicicleta. Este era un motivo suficiente para garantizar su producción nacional. En 1992 había 17 fabricantes locales, una cifra que a la fecha ha bajado notablemente. Aun así, el gobierno actual ha hecho esfuerzos para recuperar parte de esa fuerza laboral. El año pasado, por ejemplo, se firmó un plan conjunto de desarrollo de la industria de motos de hasta 250 centímetros cúbicos de cilindrada, que contempla elevar el porcentaje de partes nacionales. Este acuerdo fue firmado entre las empresas productoras, importadores y las cámaras que agrupan a los motopartistas, y la Secretaría de Industria de la Nación. "Te digo la verdad, todo es chino. Acá dicen que producen motos, pero hay partes que vienen completas de china", explica un pequeño concesionario que tiene en venta motocicletas de 150 y 250 CC. La motocicletas que se exhiben en la vereda del comercio, no son las típicas "Zanellitas". Estas tienen más bien el aspecto de una auténtica chopera de esas que popularizaron los motoqueros norteamericanos y que luego se volvieron un ícono cultural a través de películas como "Busco mi destino", "Los Salvajes" y "La ley de la calle". Los precios de los modelos venidos de Oriente no son prohibitivos: oscilan entre los 4.500 y los 6.000 pesos. Magia china, sin duda. Basta pensar en que un modelo alemán o japonés parte en los 15 mil dólares para dimensionar las diferencias de calidad y confiabilidad entre los productos. El elemento estético -una máquina oriental de bajo costo en el cuerpo de una motocicleta legendaria- podría ayudarnos a hacer una nueva lectura de la situación. Ahora el mercado ofrece por el mismo precio saciar un sueño y una necesidad. El sueño es subirse a la moto con el gesto rudo de Marlon Brando, y la necesidad, el ir todas las mañana al trabajo. "Me la compré hace un año en un local en Neuquén, en cuotas y hasta ahora anda impecable, me contaron que algunas marcas salieron malas pero no me puedo quejar de ésta por ahora", cuenta un joven que anda con su mujer subidos a una 250 que le costó cerca de 9.000 pesos. Su moto es una simpática interpretación del mito carretero. Tiene todo y cada uno de los clichés que caracterizan a una motocicleta de colección. Farol grande al centro, una rueda trasera provista de un ancho casi obsceno, cromados varios, asiento largo como para contener un ejército de chicas y el volante bajo y canchero. "No la uso mucho, nosotros tenemos un auto, a esta la usamos para pasear", me aclara. Y su mujer completa la idea "Hemos ido a Regina sin problema". Más allá del debate producción nacional versus la importación desenfrenada, el éxito de ventas de las motocicletas y sobretodo de los "mosquitos" que han sido la herramienta de trabajo excluyente de los mensajeros y repartidores de pizza, es indiscutible. Zanella, con plantas en Caseros, San Luis y Cruz del Eje y 700 empleados, está vendiendo 15.000 motos por mes. El 35 por ciento es de fabricación nacional, proporción que llega al 50 por ciento si se consideran las que traen desarmadas. Si la tendencia sigue, y todo indica que lo hará, este año se venderán 800 mil unidades entre motos y cuatriciclos, es decir, alrededor de un 20 por ciento más que en el 2007. Dos de cada tres unidades despachadas corresponden a las de 100 a 125 centímetros cúbicos. Después de una estrepitosa caída en el 2004 que llegó al 90 por ciento con ventas totales de 65 mil unidades, el mercado se recuperó hasta alcanzar las 678.050 unidades en 2007, en su gran mayoría provenientes de China. El año pasado por primera vez se comercializaron más motos que vehículos. El número de automóviles vendidos fue de 567.850. Una conversación al pasar. Una amiga le cuenta a la otra: "Los autos están muy caros y yo ando de arriba para abajo. Como necesitábamos otro auto en la casa me compré un cuatriciclo y el casco, y estoy feliz de la vida", dice una de ellas, quien aclara que por 14 mil pesos se subió, y no se bajó más, de un cuatriciclo amarillo, cero kilómetro. Un vehículo que usa hasta para llevar a sus chicos a la escuela. Lo cierto es que adquirir una motocicleta no puede ser visto hoy como el paso anterior a poseer el automóvil de mañana. De la misma manera en que el valor de venta de una motocicleta de origen chino es sorpresivamente bajo, el de reventa lo es aun más. En este punto la motocicleta no ha ingresado por muy poco al rubro de los electrodomésticos. "Las únicas motos que pueden mantener un valor importante son la de origen japonés o alemán", explica un conocedor del tema. Es evidente es que el valor original de motocicletas y cuatriciclos importados de China es ostensiblemente menor al que luego se venden al público. Otro amante de las motos asegura: "hoy es más dificil comprarse una bicicleta que una moto. En los comercios no te ofrecen las mismas condiciones". Los concesionarios están convencidos de que esta primavera sobre dos ruedas seguirá floreciendo en la medida en que lo haga la crisis. Las partes en juego -la industria automotriz y la de motocicletas mucho más poblada de importadores directos- parecen haber confluido sobre un escenario donde nadie se pisa con nadie. Porque uno de los emergentes tradicionales de la crisis es la polarización. La motocicletas son compradas por una clase social media baja que en el corto plazo no accederá a un automóvil. En tanto que la industria automotriz, continuará su rumbo hacia modelos que apuntan a la clase media más consolidada. Todo un signo de estos tiempos críticos, los clubes de motoqueros de baja cilindrada han empezado a pulular por calles y plazas. Para estos sirven las mismas reglas comerciales que para el trabajador común aunque su uso termine siendo muy distinto. Estas simpáticas motocicletas de ruedas anchas y colores flúo, constituyen un factor de placer y un símbolo de pertenecia. Su arribo masivo tipifica los gustos de una nueva generación de jóvenes que aun se sueñan eternos.
Claudio andrade | ||
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