Al supervisor de la EPET 8, profesor Acuña.

Una vez tuve un sueño: vivir en un mundo un poquito mejor, creo que por esa razón decidí ser docente, con la esperanza de ayudar a generar un cambio. Treinta años después ese sueño sigue intacto... pero poco a poco voy perdiendo las fuerzas, al ir a mi trabajo día tras día y ver: a gran parte de los alumnos deambulando sin contención, directivos que no toman decisiones en asuntos importantes ni dialogan entre ellos, creando confusión y desorientación; una parte del personal que no cumple su carga horaria y/o sus funciones, recargando la labor de otros y privando a los jóvenes de lo único que podemos ofrecerles, ejemplos de vida y herramientas para alcanzar una vida mejor; una continua y constante pérdida de días de clase por diversos motivos (problemas de agua y de limpieza, obras pendientes, superposiciones horarias, etc.), errores administrativos graves, como el hecho de promover a alumnos con más de dos materias previas o conformar nuevas mesas de examen para aprobar a alumnos que ya habían sido desaprobados, etc.

Y todo esto ocurre con el conocimiento ¿connivencia? de ustedes, los funcionarios que trabajan en el Consejo Provincial de Educación, quienes deberían cumplir la función de guía y control: y en lugar de buscar las soluciones prefieren ampararse en el paradigma de que muchas otras escuelas funcionan mal o que ésta es una escuela muy grande o que la intervención de las autoridades generaría rechazo entre el personal (como me dijo alguna vez un colega suyo). La única luz de esperanza que veo es la labor diaria de unos pocos compañeros, que también piensan que ayudando a formar seres humanos críticos y responsables ese cambio que soñé alguna vez podrá ser realidad.

Martín Castro

DNI 14.290.548

Neuquén