Dice la tradición que en cuanto un nuevo presidente es elegido, todo lo que sale de su boca es "política oficial". Eso es lo que empezó a hacer el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, cuando prometió ayer afrontar la crisis económica "de cabeza" e "inmediatamente después" de tomar posesión del cargo el 20 de enero.
Obama anunció que pondrá en marcha un plan de rescate para la clase media, extenderá los beneficios de desempleo y habilitará un nuevo "plan de estímulo" si el Congreso no lo hace antes.
El objetivo es "dar todos los pasos necesarios para reducir la crisis del crédito, ayudar a las familias trabajadoras y restaurar el crecimiento y la prosperidad".
Además, aseguró que buscará soluciones para el impacto de la crisis financiera en "otros sectores" de la economía, entre los que citó pequeños negocios, y las administraciones estatales y municipales. Y específicamente, anunció que pidió a su equipo de transición que diseñe medidas para "ayudar a la industria automotriz a ajustarse, superar la crisis y tener éxito en producir coches de consumo eficiente".
"La industria automotriz es la columna vertebral de la industria manufacturera estadounidense, y una parte crítica de nuestro intento de reducir nuestra dependencia del petróleo extranjero".
La primera conferencia de prensa desde que ganó las elecciones el martes fue breve: apenas quince minutos de preguntas, después de abrir el acto con una declaración de unos cinco minutos.
El aún senador por Illinois compareció después de reunirse con su "consejo de asesores económicos para la transición". Flanqueándolo se presentaron los dos pilares en los que quiere se base su presidencia: a su derecha el vicepresidente electo, Joe Biden, y a la izquierda su futuro jefe de Gabinete, Rahm Emanuel.
Aunque Obama delineó muy claramente las medidas que tomará para sacar a Estados Unidos de la crisis y aseguró que "sin duda se necesitan más medidas", quiso dejar muy claro que no pretende interferir con la labor del actual presidente Bush: "Sólo hay un presidente y un gobierno en un momento dado". "No soy el presidente y no lo seré hasta el 20 de enero", sentenció. Obama se mostró convencido de que el simple cambio en la Casa Blanca ayudará a resolver la crisis: "Un nuevo presidente puede hacer mucho para restaurar la confianza". El futuro presidente centró su discurso en la economía y se mostró muy prudente en las escasas respuestas que dio a la prensa sobre otros asuntos. Especialmente significativo fue cómo rechazó precisar cuándo enviará sus primeros representantes para hablar con los dirigentes de Cuba, Venezuela, Siria e Irán, como premetió en la campaña. (DPA)