BAGDAD.- Irak representará una prueba inicial de la capacidad de Barack Obama para tomar decisiones considerando riesgos y alternativas. Los siguientes meses deberán de señalar la forma en que él podría ponerle fin a la guerra en Irak sin el riesgo de nuevos estallidos de violencia que podrían amenazar los intereses estadounidenses en Medio Oriente.
El ponerle fin a la guerra, que de acuerdo con la Oficina de Presupuestos del Congreso cuesta 145.000 millones de dólares al año, significaría cumplir con una promesa de campaña y liberar recursos para el combate contra Al Qaeda y el Talibán en Afganistán.
Sin embargo, persiste la duda de si Irak podrá defenderse sin la presencia estadounidense.
Además, luego de tantos sacrificios, ¿puede Estados Unidos permitir que se suma en el caos una Nación con 27 millones de personas, localizada estratégicamente junto a Irán, Siria y Arabia Saudita, con una de las mayores producciones petroleras del mundo?
Los primeros indicios de cuál será el camino para Irak deberán darse poco después de que el presidente electo asuma el 20 de enero, cuando los iraquíes eligen a las legislaturas de las 18 provincias del país.
Al mismo tiempo, los iraquíes asumirán un mayor control de Bagdad e integrarán a los ex rebeldes sunnitas en las fuerzas de seguridad o el gobierno civil.
Si ello marcha sin problemas, los iraquíes tendrán una verdadera oportunidad de conservar los logros en materia de seguridad obtenidos desde el aumento de la presencia militar estadounidense el año pasado. (AP)