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Juegos en la cornisa | ||
Apenas ha comenzado a sentirse la desaceleración de la economía nacional atribuible al agotamiento del "modelo" más las repercusiones de una crisis internacional que en un lapso muy breve ha reducido a la mitad el valor de los commodities que exportamos, pero el clima político ya se ha deteriorado hasta tal punto que es evidente que al país le será muy difícil afrontar con éxito los muchos problemas que surgirán al llegar a su fin un período de crecimiento insólitamente rápido. Las implicancias del cambio así supuesto son alarmantes. De precipitarse el país en la recesión que muchos economistas y empresarios prevén, las zonas más afectadas, sobre todo las del ya terriblemente conflictivo conurbano bonaerense, no tardarán en convertirse en polvorines sin que el país cuente con un gobierno con la autoridad moral necesaria para asegurar un mínimo de orden. Aunque hasta ahora los intendentes clientelistas de los distritos más poblados y más pobres del Gran Buenos Aires han hecho gala de su "lealtad" hacia la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su esposo, no es ningún secreto que su presunto compromiso con el proyecto sociopolítico que el matrimonio se atribuye tiene más que ver con el respeto que sienten por "la caja" que con cualquier coincidencia ideológica. Así las cosas, una crisis económica severa que privara al gobierno nacional del dinero que utiliza para premiar a los amigos y castigar a los demás liquidaría muy pronto el poder de los Kirchner que, como es notorio, se concentra en el conurbano. Según la líder opositora Elisa Carrió, el gobierno es "una banda de ladrones" que está saqueando al país, opinión ésta que a juzgar por sus declaraciones comparten muchos otros dirigentes, aunque casi todos la expresan de forma menos contundente que la elegida por la fundadora de la Coalición Cívica. Por lo tanto no hay posibilidad alguna de un "diálogo" entre el matrimonio presidencial y los que, bien que mal, representan a más de la mitad de la población. Por lo demás, muchos daban por descontado que si por la estatización de las AFJP el gobierno sufría otra derrota en el Congreso, la presidenta Cristina, presionada por el ex presidente Néstor Kirchner, optaría por abandonar el poder a sabiendas de que su sucesor, que tendría que ser el actual vicepresidente Julio Cobos, recibiría una herencia explosiva que tal vez resultara ser incapaz de manejar. Dicha versión distaba de ser arbitraria: se sabe que en las horas que siguieron al voto "no positivo" de Cobos en el Senado, la presidenta se preparaba para dejar su cargo, pero luego de tranquilizarse su marido decidió quedarse para entonces hacer un esfuerzo por reconciliarse con la sociedad. Desgraciadamente para ella, sus intentos en tal sentido no han prosperado. Puede que la afición de Néstor Kirchner a jugar a todo o nada lo haya beneficiado durante las fases iniciales de su gestión, cuando la mayoría aprobó lo que tomó por evidencia de que por fin el país contaba con un presidente de verdad, pero no cabe duda de que últimamente le ha sido contraproducente. Desde que se inició el conflicto con el campo, los índices de popularidad tanto del ex presidente como de la actual se han mantenido sumamente bajos y las iniciativas con las que han intentado levantarlos sólo han servido para hundirlos todavía más. Por cierto, la decisión de apoderarse de las AFJP no los ha ayudado. Aunque nunca fue buena la reputación de los fondos jubilatorios privados, es tan profunda la preocupación que siente una proporción muy significante de la ciudadanía por el eventual destino del dinero que administraban, que la medida ha encajado mucho mejor en el "relato" de opositores como Carrió que en el de la presidenta, razón por la que en seguida motivó protestas verbales. Asimismo, al multiplicarse los efectos negativos de la estatización propuesta -el desplome bursátil, una corrida contra el peso impulsada por los temores de los ahorristas, el aumento vertiginoso del índice riesgo país, etc.- son cada vez más los que entienden que, por su ineptitud y porque no consultan con nadie antes de tomar medidas importantes, los Kirchner se las han arreglado para transformar una situación económica difícil, pero manejable, en una crisis peligrosa y que por lo tanto serán directamente responsables de sus consecuencias. | ||
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