El manual de buenas costumbres dice que hay un límite para no contestar agravios. Pero nunca se debe caer en la grosería ajena. Los dichos y comentarios del matrimonio presidencial insultan la inteligencia de todos los argentinos, excepción hecha de quienes la han reemplazado por la obsecuencia.
En el futuro quizá algún historiador logre develar los motivos, pero mientras tanto los argentinos debemos prepararnos para pagar una bacanal a la cual no hemos sido invitados.
"Estamos ante el fracaso de un modelo que se instaló a fines de los ´80 y dominó el escenario internacional: el modelo neoliberal, más conocido como ´el Consenso de Washington´" (Cristina Kirchner, Cumbre Iberoamericana, octubre del 2008).
Veamos de manera muy resumida qué decía el más famoso de los consensos.
1) Superávit fiscal o déficit financiables sin inflación.
2) Redireccionamiento del gasto público hacia la educación subuniversitaria, salud e infraestructura.
3) Reforma fiscal, eliminando las exenciones y ampliando la cantidad de contribuyentes.
4) Liberalización del mercado financiero, liberando las tasas.
5) Tipo de cambio unificado y competitivo que permita el crecimiento de exportaciones no tradicionales.
6) Eliminación de las restricciones cuantitativas del comercio internacional, las que serán reemplazadas por tarifas en un rango de entre el 10 y el 20%.
7) Supresión de barreras al ingreso de inversiones extranjeras directas.
8) Privatización de las empresas públicas.
9) Eliminación de las regulaciones que impiden el ingreso de nuevos jugadores o definen monopolios.
10) Aseguramiento de los derechos de propiedad, en especial hacia los sectores informales.
En Estados Unidos no se cumplieron el punto 1) ni el 4) y algunos otros sólo fueron implementados de manera parcial. Aun así, éste es el país que más se ha acercado a su cumplimiento. Entonces es fácil interpretar cuánto del Consenso ha sido implementado en el mundo, por lo que uno o más de los motivos antes mencionados llevaron a nuestra presidente a mentir.
La Reserva Federal norteamericana (Fed) tiene como objetivo el velar por una inflación baja y por el valor de la moneda a través de instrumentos de política monetaria (tasas). Justamente el mal manejo de su principal instrumento permitió la creación de esta crisis (ver nota anterior "Subsidio equivocado") que, de haberse acatado el Consenso, sería una variable libre y no sujeta a los caprichos del presidente de la Fed. Fue entonces un exceso de regulación y no la aplicación de principios libertarios una de las causas primigenias.
Claro que podemos agregar que, en el caso de la Argentina, el único punto del Consenso que se aplicó de manera completa fue el 8) (privatización de empresas públicas), pero agravando la situación del 9) (creación de monopolios). Algunos de los otros puntos fueron parcialmente aplicados y otros, totalmente ignorados. La consecuencia está a la vista. El hecho de que "Argentina puede dar cuenta de los resultados de ese modelo y de su fracaso inevitable" (CFK dixit) sólo es cierto en las palabras (¿y la cabeza?) de la presidenta. Pero no en la realidad.
En este contexto, los opositores a la libertad creen haber encontrado los motivos para impulsar lo que llaman "el fin del capitalismo". Creer que una crisis mata al único sistema que ha permitido a la humanidad desarrollarse como lo ha hecho en los últimos tres siglos a través de las sucesivas crisis es no comprender su esencia. La crisis lo único que hará será depurar el sistema de las distorsiones que el exceso de regulación e intervención le generó, tal como viene sucediendo desde aquel entonces. Y el ser humano podrá aprender de sus errores o volver a cometerlos.
El tiempo y el costo de este proceso serán inversamente proporcionales al nivel de libertad en que cada país o región vivió, sin contar con las crisis que cada uno quiera sumar a la que existe globalmente.
Muchos hablan de la falta de regulaciones o de las falencias en su aplicación. Quizá sea tiempo de permitir un mercado más libre que arbitre de manera constante y permanente la actuación de los distintos participantes en lugar de levantar regulaciones que "escondan" estas participaciones hasta que, con un efecto dique, la pared ya no pueda contener el embalse y muchos deban sufrir el agua al cuello.
Es con esta maraña de regulaciones que se pierde la posibilidad de transparencia y de igualar niveles de información, siempre a favor de un burócrata cuyo interés final es la propia acumulación de capital.
No es la igualación socialista la que va a permitir que siga adelante la evolución de nuestra especie sino la igualdad de oportunidades. Y ésta no se logra con funcionarios corruptos dueños de información privilegiada con poderes omnímodos sobre la propiedad privada, manejo discrecional de la Tesorería pública y la complicidad judicial que los vuelve impunes ante la ciudadanía.
"El neoliberalismo fue la crónica de una muerte anunciada", dijo la presidenta argentina. Claramente no entiende de lo que habla. Seguramente no del capitalismo libertario, sino del prebendario y tan amigo de las regulaciones negociadas. Puede creer que ella liderará una batalla a ganar contra la libertad. Pero más temprano que tarde deberá aceptar que su acción no es más que una gota en el mar. Y que nada cambiará.
GUSTAVO A. KÜpFer
(*) Economista e investigador.