| La campaña electoral norteamericana que hoy culmina ha atrapado la atención del mundo entero no sólo porque el destino de Estados Unidos afecta a todos, sino también porque posibilita que por primera vez una persona de raza mixta llegara a la presidencia. Si bien el origen étnico de Barack Obama debería carecer de importancia, para muchos norteamericanos, tanto los que siguen albergando sentimientos racistas como los que suponen que de elegirlo su país se liberaría de los demonios del pasado, es la característica que lo define. En vista de lo que está en juego, que éste sea el caso resulta desafortunado. Como la superpotencia actual, Estados Unidos se ve frente a una multitud de desafíos que no tienen nada que ver con su propio drama racial, pero para una proporción sustancial del electorado y, huelga decirlo, para el resto del mundo, el color de la piel de Obama es lo que más cuenta, de suerte que si para asombro de muchos John McCain triunfa casi todos los decepcionados lo atribuirían al racismo de la clase trabajadora blanca, no a que Obama, a pesar de su inteligencia manifiesta y su elocuencia, es muy izquierdista según los criterios norteamericanos y nunca se ha desempeñado en una función ejecutiva. Así las cosas, muchos simpatizantes de Obama han previsto que si pierde las elecciones, luego de que todas las encuestas indicaban que debería ganarlas por un margen holgado, podría producirse un estallido de violencia en los grandes centros urbanos. ¿Incidirá en el resultado final la preocupación por "la gobernabilidad"? Es de esperar que no, ya que supondría un retroceso en la cultura democrática del país que, bien que mal, fija las pautas políticas para muchos otros. Un gran mérito de las campañas electorales norteamericanas es que los aspirantes participan de una serie de debates públicos en los que se ven obligados a justificar sus pretensiones y decir lo que se proponen hacer, defendiéndose contra los intentos del adversario de llamar la atención a sus deficiencias. Escasean los países en que los candidatos presidenciales se animen a enfrentarse así; por cierto, no lo hizo Cristina Fernández de Kirchner porque entendía muy bien que no le convenía en absoluto permitir que sus rivales la trataran como una aspirante más. Con todo, los debates entre Obama y McCain, lo mismo que el celebrado por sus compañeros de fórmula, Joe Biden y Sarah Palin respectivamente, no resultaron decisivos puesto que ninguno logró brindar la impresión de entender muy bien lo que sucedió en el mundo turbulento de los mercados financieros. Lo que sí pudo haber sido decisivo fue el hecho de que el gran crack haya ocurrido cuando se acercaban a su fin los ocho años de gobierno republicano. Pese a que siempre haya sido pésima la relación de McCain con el aparato del partido en que milita, a los demócratas les fue fácil tratarlo como una versión del presidente George W. Bush, reduciendo de esta manera su posibilidad de conseguir el apoyo de un electorado traumatizado por las malas noticias económicas. De los dos candidatos, McCain es por lejos el más conocido. Es hombre de la centroderecha que sería firme frente a los enemigos de su país. Se siente consustanciado con el capitalismo liberal. Si ganara, su gestión podría asemejarse a la de Ronald Reagan. En cambio, la trayectoria pública de Obama ha sido mucho más breve que la de McCain, mientras que para todos salvo, es de suponer, sus íntimos, sus ideas, principios y planes aún constituyen un misterio. Aunque se ha comprometido a producir un "cambio" drástico que beneficiaría tanto a Estados Unidos como al resto del mundo, no ha procurado aclarar lo que tiene en mente. Según sus admiradores, su eventual gestión sería comparable con la de Franklin Delano Roosevelt -sin que termine en medio de una guerra mundial- y sus críticos prevén que se parecerá a la de Jimmy Carter que, a su juicio, fue la peor de la historia reciente de su país. Puesto que, a menos que los encuestadores se hayan equivocado por completo, es más que probable que Obama sea el próximo presidente de Estados Unidos, resulta desconcertante que todavía haya tantas dudas sobre las medidas que se ha propuesto tomar, pero si es elegido pronto tendremos las repuestas para los interrogantes que están agitando a los líderes de todos los gobiernos del planeta. | |