"No podemos trabajar...". Alfio Basile lo decía cada vez que tenía que justificar el mal juego de la selección, un equipo que jugó demasiado mal casi todo el tiempo. En parte por esto el Coco se fue de la selección. Dos semanas después, Diego Maradona era designado nuevo entrenador y su primera gran frase fue: "No se puede cambiar dinero por gloria".
El Coco no podía trabajar porque sencillamente no tenía jugadores. Un océano lo separaban a él, en Ezeiza, de los jugadores, casi todos habitantes de Europa. Si no se puede trabajar porque los jugadores no están, para qué insistir en convocatorias sobre la hora. Es necesario un cambio de paradigma: una selección formada por futbolistas que juegan en el país y reforzarlo con aquellos jugadores insustituibles de afuera: Messi, Agüero, Mascherano, Gago y no muchos más.
Maradona dijo que viajará permanentemente a Europa para hablar con los jugadores e inculcarles lo que significa ser hombres de selección. Pero Diego más que nadie sabe que la mística no se hace hablando en el hall de un hotel. Se hace con horas y horas de pelota y ensayos dentro de una cancha, con días y noches en el predio de Ezeiza.
Se trata, entonces, de un equipo formado con jugadores de acá, donde Diego tendría que sacar todo lo que sabe para encontrar en el fútbol argentino aquellos que tengan las condiciones necesarias y hacer de ellos buenos jugadores de selección.
Priorizar el fútbol local en las convocatorias prestigiará los torneos argentinos y hará que muchos jugadores lo piensen dos veces antes de irse al Cluj de Rumania, por caso. Gloria o dinero. Un buen contrato o la chance de ser jugador de selección a las órdenes de Maradona. Que ellos elijan. Sólo así habrá jugadores para trabajar, habrá un equipo y habrá mística, eso que el dinero no puede comprar.
JUAN MOCCIARO
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