NEUQUÉN (AN).- La mitad de los días hábiles de octubre transcurrieron en medio de conflictos, sin contar con las dos jornadas de violencia y tensión en el barrio Confluencia por la ocupación de un cotizado terreno a metros del río.
En setiembre ocurrió algo parecido y la sucesión de marchas, paros, concentraciones y cortes de calles ha instalado la idea de que el conflicto social está en aumento en esta provincia.
Hacia adelante, el panorama no es mejor. La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) lanzó un paro de 72 horas que comienza hoy, y la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN) planteó otra medida de fuerza para mañana, con movilización incluida. Ese día también marcharán los estatales que irán a la Legislatura, mientras que los maestros se movilizarán por el centro y se concentrarán frente a la sede del Poder Ejecutivo.
Frente a este escenario, el gobernador Jorge Sapag pidió comprensión a los dirigentes sindicales y expresó su preocupación por la conflictividad social. También dijo que continuará el diálogo con todos los sectores para reencontrar niveles de convivencia (ver aparte) como sucedió en la primera mitad del año.
Octubre fue el mes de mayor concentración de conflictos. Se registraron 12 jornadas de protestas impulsadas por ATE, ATEN, Sitramune (el gremio de los municipales de Neuquén), sobre 23 días hábiles. En setiembre se registraron 10 días de protestas sobre 22 días y los dos meses concentran el mayor número de protestas del año.
El primer semestre transcurrió en paz, al menos para el gobernador Sapag. El mayor problema de la primera mitad del año lo enfrentó el intendente Martín Farizano con el conflicto planteado por los empleados municipales agrupados en la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA).
La pulseada por el pase a planta permanente duró 24 días y afectó parte de los servicios que presta la municipalidad, en particular por que el edificio central fue el epicentro de la protesta.
La gestión de Farizano ahora sigue con problemas, pero esta vez es la puja es con Sitramune que, al igual que los demás gremios estatales, reclama una recomposición del 45%.
ATE libra su propia batalla, además de la salarial. El sindicato está en pie de guerra porque el gobierno de Sapag cerró con el otro gremio estatal, Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), un acuerdo para instrumentar un convenio colectivo general en la administración pública. Este convenio aún no fue homologado y ATE pretende, a fuerza de presión sindical, que eso no suceda.
En el sector privado no hubo muchos conflictos sindicales, o al menos no fueron de largo aliento. Entre los registrados figuran los protagonizados por SMATA (el gremio de los mecánicos) contra las agencias oficiales de venta de automóviles, algunas protestas puntuales del Centro de Empleados de Comercio por despidos en comercios de la región, y las medidas sorpresivas de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) que en abril dejaron a miles de usuarios de a pie.
También hubo algunos conflictos específicos en el sector de los petroleros, aunque el gremio que conduce Guillermo Pereyra funcionó con la estrategia de la amenazar con iniciar un gran conflicto sindical para luego sentarse a negociar con las empresas en la cartera de Trabajo.