Cae la noche en la costanera. Fue un día de tensiones y Saiz se distiende. Lo rodean media docena de colaboradores. Horas antes, la defensora del Pueblo, Ana Piccinini, pidió la investigación del legislador Daniel Sartor por enriquecimiento ilícito. Se muestra ajeno y despreocupado. Igual insiste en que es "otra acción de mediatización".
No habrá diálogo con la defensora. Ella tomó su camino. "Pudo hablar antes, pero fue a denunciar a la Legislatura. Ya está". Recuerda las críticas legislativas y cierra la relación.
Un canal que sí utilizan sus ministros. ¿Contradicción? Sabe de las charlas, pero no las objeta. "Yo no les puedo prohibir que lo hagan". Habla Saiz.
Reconoce reuniones de Piccinini con Pablo Verani. No lo supo por el ex gobernador, destaca.
¿Cómo termina todo? "No lo sé", dice y lo reafirma con gestos.
Enciende un cigarrillo y saluda a un transeúnte. Recita cualidades nutricionales de los alimentos preelaborados.
Esquiva autocríticas en el manejo del conflicto Flavors. "Dije -recuerda- que no dudaría en sacar a la leche si existían informes negativos. Lo hice".
Contraataca: "Nadie se preguntó por qué el INAL tardó un mes para pedir el retiro de la leche después de su estudio inicial".
Lanza una sospecha política. "¿Quién recibió primero el informe en su despacho?", dice. Se refiere al del senador Miguel Pichetto.
Ratifica su impermeabilidad. ¿Se va Pega? "No. No tienen idea de cómo trabajó en Familia".
¿Su partida daría una oxigenación? "Con el informe de la leche, me adelantó telefónicamente su renuncia, pero se la rechacé inmediatamente". La defensa continúa.
Sabe de la versión del reemplazo por Adriana Gutiérrez. Insiste en la desmentida. Seguirá como diputada. Recuerda otra promoción ajena: el regreso de Iván Lazzeri al gabinete. Son y seguirán como legisladores, reafirmó.
Vuelve a los alimentos. Se detiene en la denuncia del nailon en una galletita.
Enumera con tecnicismos el proceso de cocción para sentenciar que nunca un nailon podría superar esa preparación.
"No habrá cambios en el gabinete". Contesta sobre candidaturas y de política partidaria. Se introduce en Julio Cobos y regresa a los alimentos. Compara el escenario de Río Negro con las denuncias a la gestión del mendocino. La revista Noticias le desempolvó una causa penal al vicepresidente "por 400 cajas de leche en polvo". Refleja la desproporción del hecho con su difusión.
Atiende el celular. Lo llama su hijo. "Te llamo en 10 minutos", le dice.
Sigue. Insiste en las dudas de los informes y promociona un despacho de ADN que expone cinco estudios contradictorios. ¿Pero está el del INAL? Piensa y responde con incredulidad.
La historia Flavors continúa. "Nadie se quejaba de las miles de familias y las denuncias de las escuelas eran de Unter". Al final, lanzó un desafío, con sabor a revancha. "Hay que esperar. Ver cómo termina todo". ¿Qué espera? La resolución del juez Pedro Funes, dice.
Reafirma su pertenencia al kirchnerismo y cuenta de un reciente diálogo con Néstor Kirchner. "Me agradeció la recepción a Cristina y yo le adelanté el voto afirmativo de Verani por el presupuesto".
Votó en contra, lo corrigen. "No, votó afirmativo en general y rechazó -en particular- algunos artículos, como el de la coparticipación. Es entendible", lo defiende.
Poca expectativa en la reunión del jueves de los radicales rionegrinos con la orgánica de Gerardo Morales. Dice que lo representará cualquiera de los que van. Desinterés. Sí reafirma condiciones: caídas de suspensiones y llamar a internas. "La elección puede hacerse aun antes de concluir el año".
Reafirma su reto, como la de constituirse en un miembro de la UCR con su impronta K. Sabe que sus actitudes emergen como incomprensibles. Y suma una definición de sí mismo. "Puede que mi percepción y mis tiempos sean más de un abogado que de un político", destaca.
La jornada ya casi finiquita. Saiz saluda y se retira. Se aleja indiferente e inmutable a la realidad.
ADRIÁN PECOLLO (adrianpecollo@rionegro.com.ar)